Uno de los camareros del Princess Yenenga me orientó gesticulando mucho con sus manos y al rato salí a la calle. El calor, qué calor. Definitivamente, a Uagadugú no le debía de caer muy bien las personas con presiones bajas. La única vez que conseguí ver la temperatura, el reloj marcaba más de cuarenta grados.…
Carlos Battaglini en Burkina Faso (2) de (6) “Y caminé por Uagadugú”
