Aventuras en el lejano Pacífico – Un lanzaroteño en Papúa Nueva Guinea
Concha de Ganzo
Carlos Battaglini se define como escritor y aventurero y en ese afán ha vivido durante tres años en la lejana Papúa Nueva Guinea. Un territorio difícil, tan llamativo como violento y sugerente.
La imaginación tiene un galope veloz, tan alocado que puede romper barreras invisibles y transformar un simple viaje en la aventura más colosal y también funesta. En ocasiones no hace falta hacer uso de esta cualidad, la realidad que aparece resulta tan extraordinaria que sólo hay que quedarse quieto y mirar como suceden los acontecimientos. Algo parecido le ha tenido que ocurrir al lanzaroteño Carlos Battaglini, un escritor y aventurero, acostumbrado a vivir extrañas situaciones y en lugares algo complicados, pero seguramente tan extraordinarios que sus experiencias van provocando envidia allá por donde va.
Battaglini forma parte del servicio exterior de la Unión Europea, y bajo el amparo de este departamento ha sido destinado a Liberia en África y hace tres años a Papúa Nueva Guinea en el Pacífico, lo que supone un viaje alucinante de uno a otro confín.
En su tiempo libre, tiempo que a él le encantaría que fuera el máximo posible, escribe un entretenido y también intenso blog (Laspalmerasmienten.com) en el que va contando sus peripecias además de hacer comentarios sobre determinadas obras de la literatura universal desde Balzac a Stefan Zweig y su increíble Novela de Ajedrez.
Desde el momento en el que le anunciaron su nuevo destino, en Papúa Nueva Guinea, Carlos Battaglini reconoce que se puso como loco tratando de buscar información a través de ese pozo sin fondo que supone internarse en el mundo mágico de internet, “el monitor del ordenador, tan solo escupía imágenes de delincuentes alzando sus pistolas, bandas de asesinos mirando desafiantemente a la cámara. Los emails que recibía, me decían que tuviese especial cuidado con los carjackings (cuando al conductor le quitan el vehículo después de amenazarle con una pistola) Así, bajo los influjos de la ilusión y un cierto temor, salía por la puerta del avión de Air Niugini y empezaba a caminar por Port Moresby, con ganas de iniciar un nuevo recorrido, una nueva vida”.
Eso ocurrió en julio de 2014. Había dejado atrás la aventura en Liberia y se proponía nuevos retos. “Quería oler nuevos perfumes, acariciar nuevas esencias, escuchar otras lenguas, ver paisajes novedosos, hablar con nuevas gentes, llenarme la cabeza con otros pensamientos. Todo pasado era precisamente eso, puro pasado. Ahora sólo había un objetivo, de nombre presente y de apellido Papúa Nueva Guinea. Por supuesto, ponía mis pies en este país un poquitín de puntillas, cautela motivada por la cantidad de prejuicios y miedos que internet transmite cuando buscas este lugar”.
El paraíso existe
En las guías de viajes se ofrece dentro de los destinos más exóticos del planeta unas idílicas vacaciones a Papúa Nueva Guinea, y nadie puede poner en duda la exuberancia de su paisaje, ni la singularidad de sus habitantes. En la publicidad que se hace de esta isla se dice que “es un paraíso de culturas milenarias inmersas entre la espesa vegetación y las cercanas modernas ciudades. Es realmente el último rincón del mundo al que accedieron los europeos en sus recorridos colonizadores”.
Y así como postal magnética resulta ciertamente una atracción incuestionable. Sin embargo, de la mano del lanzaroteño Carlos Battaglini este viaje al interior de este territorio puede resultar más intenso y verdadero. Tampoco sería justo apuntar sólo los aspectos más negativos de una colectividad que debe crecer, “aún tiene que recorrer un largo camino como país soberano”.
Battaglini reconoce que a lo largo de estos tres años “he confirmado que el paraíso existe, y también he llegado a la conclusión de que este mismo paraíso a veces no es suficiente para los que siempre buscamos más. He visto esas playas de color turquesa, esas aguas transparentes, esos corales llenos de colores y otras fiestas. Todo esto he visto en lugares como New Ireland donde nunca olvidaré la travesía en bicicleta por la Boluminski Highway; en Kokopo, East New Britain, donde se aterriza en un aeropuerto rodeado de mar y palmeras. Todo esto te hace reconciliarte con la estética y la desconexión más íntima”.
Pero también comprobó que existe la violencia, sobre todo en el ámbito familiar, violaciones y agresiones a las mujeres. De una manera que acerca más a otras épocas, “te pueden partir la cabeza con una piedra”. La policía, como en otros países, resulta bastante corrupta. Te pueden detener y llevarte a comisaría por un simple altercado de tráfico, después, como pudo comprobar Carlos y sus amigos, con abonar una cantidad suficiente de dinero te dejan en libertad.
Las tierras altas
Tal vez las situaciones más paradójicas y también más tremendas suceden en las llamadas tierras altas, la zona de los Highlands, tierra montañosa, “cuyos habitantes aún están en proceso de integración en un país que todavía no ha madurado lo suficiente después de obtener la independencia de Australia en 1975”.
Como en un viaje en el tiempo a la tierra media, acercarse a esta gran cadena montañosa con cumbres que superan los 5.000 metros de altitud representa la gran aventura. En la costa, los grandes ríos forman imponentes lagunas cubiertas de manglares que se alternan con vastas extensiones de cocoteros. Y en medio de este paraje, distintas tribus sobreviven, cada una con su particular idiosincrasia y enfrentadas a un entorno hostil pero majestuoso.
Al igual que hiciera el personaje de Marlow, el agente comercial británico que se ve obligado a remontar el río Congo en busca de su compañero Kurtz en el libro El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad, este aventurero lanzaroteño debe indagar en las entrañas de Papúa Nueva Guinea, él no puede quedarse en la decoración fluorescente que se ofrece a los turistas y así puede ver desde la primera línea, sin protección ni trincheras, la naturaleza de pueblos legendarios, a los que la llamada moderna civilización está noqueando, transformando su particular forma de vida en otra cosa, mucho más distorsionada y violenta.
En una de sus entradas en su blog, Carlos escribió: “A veces llegan temporadas en las que a uno le toca visitar un sitio más de la cuenta, sin realmente quererlo. Uno de esos imperativos indeseados que te asaltan a diario. Parece que es lo que me ocurre a mí con Mount Hagen, la capital de Western Highlands en Papúa Nueva Guinea (PNG)”.
Es esta zona de los Highlands la que posee además el `honor` de haber sido el último rincón descubierto por el hombre blanco, concretamente por los australianos, en la década de los años treinta del siglo pasado, lo que supone que antes de esa fecha, recuerda Battaglini, “no se sabía que en el interior de estas zona montañosas, muchas veces impenetrables, respiraban centenares de miles de personas que sólo se habían visto entre ellos y que pensaban que el mundo empezaba y finalizaba ahí”.
Precisamente estos días en el Museo Arqueológico de la Comunidad de Madrid en Alcalá de Henares puede verse la exposición del fotógrafo Pedro Saura Uantoks, en la que recoge en impactantes imágenes aspectos de la vida y los ritos más coloristas de los habitantes de estas tierras altas. Carlos conoció a Saura y reconoce su profundo conocimiento sobre estas tribus, “sus documentales son un buen reflejo de las peculiaridades de estos habitantes”.
Para este escritor y aventurero lanzaroteño, “hoy en día estas tierras son bien conocidas, aunque siguen sobreviviendo millones de secretos. Parece que persiste una resistencia al de fuera, como si no quisieran del todo ser redescubiertos, visitados. Para acceder a esta tierra desde la capital Port Moresby, uno debe subirse a un caro avión Fokker 100 que lo dejará después de cuarenta y cinco minutos en Mount Hagen”.
Y una vez que las tribus son descubiertas y también son ellos los que descubren la llamada civilización se está produciendo un viaje a la inversa.
Carlos cuenta que muchas veces son los highlanders los que toman este avión, pero para dejar Hagen y buscarse la vida en algún punto de Papúa Nueva Guinea. Aunque “aún no acaban de estar completamente integrados en la población, donde una gran parte siguen viéndolos como extranjeros y por qué no decirlo, como salvajes”.
Cada vez que sucede algún hecho violento siempre se termina por culpar a algún highlanders, lo que tiñe de un gran estigma a estos habitantes, tal vez aún conmocionados por ese choque frontal que supuso descubrir que no estaban solos y que además los otros, aquellos hombres blancos, parecían fantasmas recién salidos de los manglares.
La suerte de poder disfrutar del celeste infinito de Fiyi
Carlos Battaglini ha decidido poner el freno, bajarse de esta vuelta al mundo en más de 80 días y dedicar un tiempo a su auténtica pasión: escribir. Por eso ha pedido un año de excedencia y deja de momento sus aventuras en lugares extraños y tan cautivadores.
Como solía decir el escritor italiano Antonio Tabucchi, lo importante no es llegar a un sitio sino el camino, lo que se aprende en ese trayecto. Y en este viaje, que lo ha llevado a vivir en África y los últimos tres años en el Pacífico se ha dado cuenta que el mundo se parece bastante, “al final no hay tantas diferencias, la mayoría quiere las mismas cosas, nosotros, aquí en Europa y los hombres de las tierras altas de Papúa Nueva Guinea aspiramos a tener una familia, tener un buen trabajo, y que los nuestros sean felices, aunque seguramente a unos les cueste más que a otros alcanzar esas metas”.
Lo que nadie podrá quitarle a Battaglini es la enorme suerte que ha tenido de poder haber llegado tan lejos. También en una de las entradas de su blog dice: “No cabe duda de que nunca olvidaré esta gran experiencia que me dio la oportunidad también de visitar otros países del Pacífico como Fiyi y su celeste infinito o las Islas Salomón, con esa historia tan española detrás; pero también la belleza natural y tranquila de Nueva Zelanda, el ruido y el silencio de Australia. Tuve la oportunidad a su vez de conocer mejor Asia, plantándome en la ruidosa y frenética Hong Kong, en la gris y limpia Beijing, en la vibrante Sri Lanka, en la filosófica y artística Bali… Gracias. Solo puedo dar las gracias por todo lo visto, por todo lo aprendido, por todo lo vivido”.
Y ahora con todas esas vivencias, esas imágenes coloristas, que ilustran este reportaje y que proceden de la cámara de Pedro Saura, podrá enfrascarse en otra aventura. Tal vez mucho más sosegada, tranquila y en ocasiones desquiciante que supone escribir una novela. Eso sí, esta vez su destino, su punto final está más cerca, de vuelta a Lanzarote, con paso obligado en la relajada Fuerteventura.
-¿Cómo surgió su interés por la diplomacia internacional y en concreto, por el Servicio Exterior de Asuntos Europeos?
Allá por 2004 no sabía muy bien qué hacer con mi vida, así que hice un viaje por el Este de Europa a ver si me llegaba la ‘inspiración’. Unas semanas después de regresar me senté en mi casa y me hice una serie de preguntas tales como quién soy, qué quiero hacer y qué puedo hacer. Me llegaron dos respuestas. La primera decía que quería trabajar en una organización internacional. La segunda me susurró que quería ser escritor. Había estudiado Ciencias Políticas y la Unión Europea me parecía ‘ir a lo grande’. Por aquel entonces ya tenía la confianza suficiente como para ir a por ello. Así que me puse manos a la obra y al cabo de unos años aprobé la oposición. Al mismo tiempo comencé a escribir de manera regular.
-Su anterior destino fue Liberia, ¿qué tal la experiencia? (años)
Fue fascinante en todos los sentidos. Profesionalmente aprendí muchísimo sobre la dinámica del mundo de la cooperación. Descubrí un interesantísimo país en pleno proceso de recuperación de una cruenta guerra civil. Me deshice además de muchos tópicos, desterré mi visión etnocéntrica occidental, descubrí que la verdad podía tener varios ángulos. Asimismo pude ver el lado mágico de África, de Liberia, el cual por cierto no tiene nada que ver con la visión pesimista que nos transmiten a diario los medios de comunicación de masas. Además aproveché para viajar muchísimo por el Oeste de África: estuve en países tan recónditos como Guinea Conakry, Burkina Faso… Durante aquella época puse en marcha mi blog www.carlosbattaglini.es escrito con el seudónimo de Nuno Cobre. El blog sigue muy activo y ya cuenta con más de 4,000 seguidores en Facebook.
-¿Cuál fue su función en ese país africano? ¿Cómo era su vida allí? ¿Fue fácil adaptarse a la vida del país?
Mi función consistía en coordinar todos los programas medioambientales, agrícolas y forestales financiados por la Unión Europea. Al final, lo que se convirtió la prioridad de mi agenda fue la protección de bosques. Liberia tenía una pésima reputación forestal ya que había sido un sector explotado hasta la sociedad por el anterior presidente Charles Taylor (actualmente preso en la Haya) para financiar sus intereses bélicos en el contexto de la guerra civil. Con la decisiva ayuda de ONGs locales e internacionales, conseguimos firmar un acuerdo forestal con el Gobierno, para asegurar que toda la madera que se exportaba de Liberia cumplía unos mínimos requisitos legales. La firma de este acuerdo constituyó un hito para el país y para la región. Por otro lado, me adapté muy rápido a la vida liberiana, mucho más rápido de lo que pensaba. A pesar de todos los problemas del país, me encontré con una población acogedora y muy curiosa por conocer al ‘extranjero’. El trabajo en la oficina era muy interesante, pero la verdadera aventura empezaba cuando salía de allí.
– Papúa Nueva Guinea es su actual destino. ¿Desde cuándo y cuánto tiempo prevé estar ahí?
Salí de Liberia en Julio de 2014 (a los pocos meses por cierto, estallaría la crisis del ébola de manera dramática) y llegué a Papúa Nueva Guinea. Papúa Nueva Guinea es un país “nuevo”, que obtuvo la independencia de Australia en 1975 y aún anda inmersa en un proceso de construcción de su propia identidad. Yo resido en la capital, Port Moresby, una ciudad considerada por medios internacionales como The Economist, como de las más peligrosas del mundo. Al principio no me imaginaba que una ciudad en medio del Pacifico a la que presumes como tranquila y calurosa, guardase este lado violento. Con todo, si uno usa el sentido común y toma precauciones, descubre muchos secretos interesantes en esta ciudad. Pero sin duda la verdadera experiencia consiste en viajar por el país. Ahí es cuando uno descubre la espectacular belleza de Papúa, sus mares color turquesa, sus bosques frondosos, sus tribus, sus gentes… Estaré en este país hasta 2018.
– ¿En qué consiste exactamente su labor en ese nuevo país para usted?
Mi labor es parecida a la que llevaba a cabo en Liberia: coordinar los programas medioambientales y agrícolas financiados por la Unión Europea. La gran diferencia es que aquí el cambio climático juega un papel fundamental ya que Papúa Nueva Guinea se encuentra en una de las zonas más afectadas por el calentamiento global. La deforestación o tala ilegal que sufre el país así como la agricultura insostenible motivada principalmente por un exceso de plantaciones de aceite de palma son los principales causantes internos del cambio climático en el país Por medio del proyecto que financiamos aquí, intentamos reducir la tala ilegal y por ende conservar y proteger uno de los mayores bosques del mundo, así como reducir los efectos del cambio climático. También aportamos una importante contribución al sector rural, ayudando a los agricultores a que tengas más oportunidades de acceder al mercado etc. Por otro lado, la Delegación de la UE en Papúa Nueva Guinea apoya mucho más sectores, como el Comercio, la Educación, los Derechos humanos etc.
– Papúa es uno de los países con mayor diversidad cultural del mundo. ¿Cuáles son las ventajas e inconvenientes de una sociedad así?
En Papúa Nueva Guinea se hablan más de 850 lenguas, lo cual le dota de una multiculturalidad sin parangón. Además, es un país que conserva muy bien sus tradiciones y sus costumbres ancestrales. Los inconvenientes vienen precisamente de la mano de esta diversidad, ya que ésta diversidad acentúa el carácter tribal de la población, aun con muchos prejuicios, rencillas pasadas que hace que a la hora de la verdad se ayude a los que proceden de una misma provincia o aldea, ignorando al “extraño”. Es un país también con unos problemas de violencia de género tremendos, pegar a la mujer se asume por una importante parte de la población como algo natural. Por tanto, Papúa Nueva Guinea aún tiene que recorrer un largo camino para convertirse en una sociedad plenamente democrática, donde se respeten los derechos humanos y prime el interés público.
– Por otro lado, a pesar de los recursos naturales con los que cuenta Papúa Nueva Guinea, la población tiene aún muchas necesidades. ¿Qué se está haciendo para desarrollar el país?
Aparte de la Unión Europea que está contribuyendo al desarrollo del país con todo tipo de proyectos relacionados con el medio ambiente, desarrollo rural, agricultura, comercio etc. también hay otros importantes donantes como el Banco Mundial, el Banco de Desarrollo Asiático o la importante ayuda proporcionada por Australia, “socio tradicional” de Papúa Nueva Guinea. A pesar de ello, son los proyectos privados, en concreto aquellos relacionados con la minería, gas natural, tala de bosques etc. los que acaparan el verdadero interés del Gobierno.
La idea es que el desarrollo público y el privado vayan de la mano, como así por ejemplo marcan los ‘Objetivos de Desarrollo del Milenio’ marcados por la ONU. Pero la realidad evidencia que aún hay un importante desequilibrio entre los dos sectores. La labor de la UE y todos los donantes es reducir esta desigualdad y que la población se beneficie de sus propios recursos.
– ¿Qué hay que hacer para fortalecer la diplomacia y que sean viables soluciones a través de ella como, por ejemplo, a la crisis de los refugiados y la situación en Siria?
Si uno diseña mal una casa, lo normal es que cuando llueva ésta se llene de agua. Con esta metáfora quiero decir que es fundamental planificar políticas realistas. Es decir, para comprender la situación de Siria hay que hacer un esfuerzo de geopolítica y de memoria y calibrar como se ha y se está gestionando la situación en Oriente Medio. Mi opinión personal (y esto no puede ser tomada como la opinión de la UE) es que no se puede responder con misiles y cañonazos al terrorismo. Antes debemos preguntarnos de donde viene este terrorismo y si estamos recibiendo una información comprensiva del contexto. A pesar de que puede llegar a ser frustrante en muchas ocasiones, hay que insistir una y otra vez en el diálogo y hacer un esfuerzo para comprender otras realidades y culturales y no imponer una visión occidental, etnocéntrica e ignorante sobre otras realidades. La realidad demuestra que un enfoque bélico, poco dialogante, crea desajustes sociales y un efecto boomerang que se traduce en lo que estamos viviendo. Si tampoco se educa a las poblaciones en el respeto y en la realidad multiculturalidad mundial, tenemos lo que tenemos. Por tanto, sería también interesante que en lugar de embrutecer a la gente con programas basura, se intentase explicar y descubrir el mundo a la gente. Seguro que eso crearía unos ciudadanos más tolerantes y por ende unas instituciones internacionales más comprensivas, ya que estas últimas son al final la expresión de los primeros.
-Cuando el SEAE nació en 2010 lo hizo con la firmeza de ser la organización diplomática más potente del mundo. ¿Cree que realmente está siendo así? ¿Sin el Reino Unido, que prepara su salida de la UE, esa diplomacia no se debilita, o con Alemania imponiéndose en la UE?
El SEAE está haciendo un importante esfuerzo en la escena internacional pero aún queda mucho camino por recorrer. Sin duda, el brexit no ha sido una buena noticia, ni para la UE pero tampoco a mi entender para el Reino Unido. Ha sido como se dice en inglés, un “lose-lose situation” donde las dos partes pierden. Pero reflexionemos un poco: el brexit se origina principalmente por un problema de comunicación y liderazgo. Desafortunadamente, el proyecto de la UE aún no se ha explicado bien y esto ha sido aprovechado por los populistas y los demagogos en el Reino Unido. Durante años y meses, diferentes partidos y líderes populistas se dedicaron (y se dedican) a vender a la UE como una institución que lo que hace es llenar tu casa de refugiados ilegales y violentos que vienen a quitarte la comida y tu trabajo. Estas campañas demagogas hacen mucho daño. Pero el problema reside también en el hecho de que no hay un liderazgo lo suficientemente sólido en el Reino Unido para explicar que la UE es un proyecto de paz, de libre comercio, de creación de empleo, de soporte a la agricultura, de desarrollo etc. Por su parte, la UE también tiene que hacer un esfuerzo por comunicar su proyecto y acercarse más a los ciudadanos para recordarles que ésta es su casa. Dicho esto, se avecinan unas largas negociaciones con el Reino Unido donde se espera que las dos partes salgan beneficiadas ya que se necesitan. Yo no diría que Alemania se impone sino que ha asumido un liderazgo firme, pero desde mi punto de vista tiene que haber un balance, un equilibrio de fuerzas. Ante el brexit, países como Italia y también España deben dar un paso al frente.
– ¿Cómo se ve Lanzarote desde tan lejos?
Cuando pienso en Lanzarote, sobre todo veo a mi familia y a unos cuantos amigos. Con los años he llegado a la conclusión de que es uno de los mejores sitios del mundo para vivir, lo que pasa es que al menos en mi caso, tuve que darme un par de vueltas por el mundo y vivir en otros sitios para apreciarlo de verdad. Si no hubiese salido, no me hubiera dado cuenta de que en realidad somos unos privilegiados, por mucho que cueste creerlo.
-Se rumorea que tienes una novela sobre tus “aventuras” entre manos…
Es cierto que ando inmerso en varios proyectos literarios, uno de ellos versará sobre mi experiencia en Liberia donde ya me han contactado varias editoriales a raíz de la buena aceptación que ha tenido mi blog www.carlosbattaglini.es. Espero terminar esta novela el año que viene y presentarla en Lanzarote el primer sitio.