La gente no escucha cuando les hablas de Papúa Nueva Guinea

Papúa Nueva Guinea

La escena es la siguiente. He llegado a España hace unos pocos días proveniente de Papúa Nueva Guinea. Estoy sentado con una amiga en una cómoda silla de mimbre de un restaurante con vistas al mar. Llega el maître, saluda, bromea, le envía saludos a la familia, y de paso me pregunta que donde estoy ahora. “Ahora vive en Papúa Nueva Guinea”, le dice mi amiga. El maître da un paso para atrás, me mira con los ojos un tanto desorbitados y pregunta, “¿y cómo es aquello?”.

Yo hago un ruido con la nariz (una cierta expiración con tropezones) abro la boca y digo, “la verdad que aquello es bastante interesante”. Vuelvo a abrir la boca para contar un poco de esta isla del Pacífico, “bueno, en realidad”, sigo diciendo, pero el maître de repente me interrumpe (palabras sobre palabras) para decir, “yo estuve hace unos años en Camboya. Aquello era la leche”.

Yo afirmo pero durante unos seis segundos permanezco con la boca abierta con la idea de continuar, pero la vuelvo a cerrar ante el ciclón verbal del maître que ya no hay quien le pare. Gesticulando con las manos como si portase aspas enloquecidas, cuenta sus escapadas a Vietnam, sus buceos en los corales de Sri Lanka y más adelante revela así como el que no quiere la cosa, que también “pinta, en la intimidad”.

Yo vuelvo a asentir, mi amiga también asiente. La verdad es que tenemos hambre. La verdad es que nos gustaría cenar. Pero el maître nos habla ahora de su aventura en Laos, “hay un bosque ahí que no veas, niño”.

Sólo unos diez minutos después, el maître termina su alocución y ya no vuelve haber rastro de PNG en la conversación, si es que acaso lo hubo alguna vez. Acabamos cenando un pulpo muy rico.

Otro día. Mi amiga y yo hemos quedado en un restaurante de Madrid con una librera para hablar de literatura. Llevamos unas semanas intercambiándonos e-mails. Nos proponemos tal vez hacer algo juntos. En uno de los correos electrónicos le cuento que vivo en PNG, y ella responde con un “guau” y con un, “ya me contarás”.

Llega el día de la quedada en un restaurante del barrio de La Latina. La librera aparece bella, vigorosa. Después de las presentaciones de rigor, me dice, “no puedo creer que vivas en PNG, ¿y cómo es aquello?”. Mi amiga mira para otro lado. Yo junto mi trasero al respaldo de la silla, levanto el mentón y abro la boca para decir, “la capital Port Moresby puede ser peligrosa pero el interior es muy bonito, aún hay mucha gente viviendo en tribus”. La librera asiente dos veces, rasca con una uña muy afilada el mantel rojo de papel y a los pocos segundos dice, “bueno, ¿qué pedimos de entrante?” Mi amiga se ríe.

Un día de sol, quedo con mucha gente alrededor de una mesa ovalada. Hace tiempo que no veo a muchos de ellos. Todo el mundo habla alto, muy alto. En medio del ruido, uno pelirrojo me pregunta por Papúa Nueva Guinea, “joder tío, ¿y cómo es la tribu esa? ¿eso está en África no?”. Abro la boca para aclarar, pero se adelanta el camarero para decir, “no hombre no, Papúa Nueva Guinea es un país, está en el Océano Pacifico, muy cerca de Australia“.

“La vida allí, -continua el camarero sosteniendo una botella de vino blanco- no es fácil. Aún hay muchos casos de canibalismo y si no te descuidas, te pueden comer un brazo, por no decir otra cosa”. “¿Pero tú has estado en Papúa alguna vez?”, le pregunta el pelirrojo. “No, pero da igual, es así”. “Hay ya pocos casos de canibalismo”, iba a decir yo, pero de pronto la conversación ha girado por otros derroteros relacionados con Messi y una molestia en el tobillo de Cristiano Ronaldo.

Antes de volver a Papúa Nueva Guinea, he quedado con un amigo escultor en una cafetería. Mi amigo escultor dejó su trabajo en un despacho de abogados hace unos años y se entregó a su pasión: la escultura de bustos. Después de unos años de apuros económicos, empezó, por fin, a vender. Ahora le va bien. “¿Y tú por esos mundos, tío?”, me dice en medio de una conversa que ha girado principalmente alrededor de la escultura y sus últimas exposiciones.

“Bien tío”, respondo, “viviendo muchas experiencias”.

Mi amigo escultor afirma y dice, “guay”. “Mira –continua-, aquí te dejo una entrada de mi próxima exposición, díselo a toda la peña que puedas”. “Claro, hombre”, digo y seguimos hablando de sus esculturas.

Un rato después, salgo de la cafetería y me encuentro en medio de una calle llena de gente a la que debería de reconocer, pero en realidad no me reconozco ni a mí mismo…

A los pocos días, me dirijo al aeropuerto para subirme al avión. En unos días aterrizaré en Port Moresby. “Suerte por esos pueblos de África”, me dice un conocido que me encuentro en el aeropuerto. “Gracias”, respondo mientras me embarco en un avión rumbo al Pacífico. Por la ventanilla observo un día claro, unas nubes esponjosas y cómplices que parecen envolverme en un abrazo de comprensión. “Gracias por estar ahí”, les respondo, “muchas gracias”.

Y ahora te toca a ti lector, ¿te resultan familiares estas situaciones? Seguro que sí, ¡cuéntalas!

El autor
Carlos Battaglini

Lo dejé todo para escribir Samantha, Otras hogueras y Me voy de aquí.

8 comentarios
  1. Muy buen post… soy venezolana, pero tengo nacionalidad española y en España viví mi infancia, siempre vuelvo a visitar cuando puedo. Es triste cómo el español muchas veces no se interesa por nada de lo que suceda fuera de sus fronteras, o de la UE. Hay un mundo muy grande allí afuera, ¡Es bueno ver que hay aventureros que se adentran como tú! Saludos.

  2. Hola Yuliana, coincido contigo, pero iría aún más lejos: creo que el ciudadano medio mundial apenas presta interés a lo que pasa más allá de cien metros de su ciudad, pueblo, aldea o lo que sea. Al parecer, si alguien no reconoce algo como familiar, lo ignora consciente o inconscientemente. Afortunadamente, hay miles (millones 🙂 de excepciones. Abrazos.

  3. Encontré este post creyendo que pocas personas estarían interesadas en viajar a países muy distintos a los “comerciales”, ya que si el país no es Francia, USA, Egipto, Japón o uno bien reconocido, no demuestran mucho interés, soy colombiano, y siempre me pregunto como es vivir en un país completamente diferente, sea o no desarrollado, debo ser franco nunca he podido hacer un viaje internacional y lo que he ahorrado y lo que he planeado es para ir a destinos, que cuando le cuente a la gente me diga “Tu estas loco men”. creo a veces que las personas que demuestran un interés por escuchar cosas nuevas son las que valen la pena, si bien apoyo tu punto de vista que hay personas que viven muy encerradas en sus ciudades y zonas de confort, creo también que uno siempre debe será escuchado y uno resultará interesante para personas que realmente te valoren. Amigos que han viajado mucho, literal yo os aburro a preguntas, y como era eso? y aquello? y la comida que tal?, y el dinero? el clima? jamas omitiría una charla tan interesante.

    1. Muchísimas gracias, Duván. Me alegro que muestres interés por este tipo de destinos. Mi experiencia en ellos ha sido muy enriquecedora, te animo a que visites estos sitios, siempre con “sentido común” desde el punto de vista de la seguridad etc. pero realmente valen la pena.

      1. Buenos días Carlos ,
        Acabo de leer el post y la verdad que me ha parecido la cruda realidad!😬
        Nosotros estamos pensando en ir a PNG alguna recomendación? Época del año? Sitios o zonas?
        Muchas gracias por adelantado

        1. Hola, Irene:

          Perdona que haya tardado en contestar: he estado de viaje. PNG es un país precioso, pero hay que prepararlo bien, sobre todo los aspectos concernientes a la seguridad. Toda fecha suele ser relativamente buena, aunque se supone que por la época de Semana Santa es cuando el mal tiempo tiende a arreciar, con posibles ciclones por la región. También hay una época de lluvias, pero yo no la experimenté mucho. Los sitios más bonitos son Alotau, New Ireland, New Britain, el río Sepik, Madang… Highlands es precioso, pero hay que tener cuidado. En cualquier caso, tenéis mucha información buena en internet que os podrá dar más información. Espero que os haya ayudado, disfrutad. Un abrazo, Carlos

  4. Muy buen post… soy venezolana, pero tengo nacionalidad española y en España viví mi infancia, siempre vuelvo a visitar cuando puedo. Es triste cómo el español muchas veces no se interesa por nada de lo que suceda fuera de sus fronteras, o de la UE. Hay un mundo muy grande allí afuera, ¡Es bueno ver que hay aventureros que se adentran como tú! Saludos.

    1. Gracias! La verdad es que es difícil encontrar a gente que se interese por lo que pase no ya solo fuera de su país, sino de su barrio, abrazos

Anímate a comentar

Tu email no será publicado.

Información básica sobre protección de datos:

  • Responsable: Carlos Battaglini
  • Finalidad: Moderación y publicación de comentarios
  • Destinatarios: No se comunican datos a terceros
  • Derechos: Tiene derecho a acceder, rectificar y suprimir los datos