¿Quién es el culpable de que haya caído el comunismo? Reseña literaria de ARCHIPIÉLAGO GULAG de Aleksandr Solzhenitsyn

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Ya decía Kim Jong-Il que toda obra de arte debería poder resumirse en una frase. ¿Cuál sería el mensaje principal de Archipiélago Gulag? El régimen comunista soviético es un sistema tiránico, asesino, represor y neurótico. ¿Por qué? Pues una razón de peso para calificarlos de esta forma, es haber creado los llamados GULAG (Glavnoye Upravienie Laguerei, en ruso) o campos de concentración instaurados en el siglo XX por la policía secreta de la URSS, donde perecieron decenas de miles de soviéticos bajo unas condiciones infrahumanas.

Solzhenitsyn fue una víctima directa de estos presidios en los que pasó gran parte de su vida. El escritor ruso tuvo la fortuna de poder salir vivo y contar lo que realmente estaba pasando en la URSS, y así destapar los excesos de un régimen que se proclamaba como liberador. Motivado por una especie de sentimiento contradictorio de determinación y desesperanza, Solzhenitsyn, trata de recopilar toda la información de la que dispone (mucha de ella extraída de su propia memoria, pero también de numerosas entrevistas hechas a víctima del GULAG) aunque el mismo reconoce las limitaciones de tan titánica misión.

A través de otros cuerpos de seguridad soviéticos como el GPU (o Directorio Político Unificado del Estado) la URSS experimentó una fase de ‘limpieza’ donde todo el mundo podía ser sospechoso y donde mutar del rol de verdugo al de víctima se había convertido en un proceso tan natural como cotidiano.

Surgen así las persecuciones en masa, las “riadas” que llama Solzhenitsyn, mucho antes por cierto del famoso fatídico año 1937 en el que Stalin alcanza sus mayores índices de paranoia que lo conducen a encerrar y a matar a prácticamente todo lo que se mueva. Se persigue a la oposición, a la iglesia, a los intelectuales, a cualquier vecino ‘sospechoso’ y lo que es igual o más grave: apenas hay indicios de la construcción de una sociedad libre, socialista sino más bien un régimen represor y cruel además de corrupto.

Los motivos para detener a los acusados pueden ser de lo más variopintos. Muchas veces se les acusa de Vreditelstvo, neologismo ruso que vendría a significar algo así como vagancia, parasitismo.

Ante este panorama surrealista y manipulador, muchos de los acusados acaban colaborando con los tribunales que los sentenciarán a muerte (algo que recuerda al juicio de Ochoa celebrado en Cuba bajo el régimen castrista muchos años después) Se alcanza tal estado de sinrazón, que una importante cantidad de ciudadanos comienza incluso a añorar el anterior régimen zarista.

Solzhenitsyn asiste a todo este dislate bajo un sentimiento de estupefacción e indignación. Él, que había sido soldado soviético, colaborador del ideario socialista, creyente en el surgimiento del hombre nuevo, asiste impotente a los excesos de un régimen que se ensaña contra sus propios ciudadanos y que muestra una especial inquina contra los soldados soviéticos que han sido hecho prisioneros en campo enemigo durante la segunda guerra mundial. La URSS los encierra, los desprecia, los mata, temerosa de que el soldado soviético se haya infectado de las ideas capitalistas en el frente.

La penosa vida en prisión, se convierte en uno de los leitmotiv de este ensayo (en ningún momento puede considerarse novela). Dentro de la celda, se suceden todo tipo de microcosmos que llevan al hombre a sus últimas consecuencias, a desprenderse de todas sus caretas y a ser un humano en su máxima expresión. La jodida vida no sólo en las cárceles del GULAG, sino también en las cárceles de la Lubianka (que darían cobijo a la KGB) y todo lo que ello conlleva, marcan el ritmo de esta obra.

Solzhenitsyn, que se cuestiona todo, incluso a sí mismo preguntándose si ha estado a la altura moral que la situación histórica exige, intentará contar todo lo que sabe, todo lo que ha escuchado, con la esperanza de que algún día se sepa todo. A este respecto dice, “Si la primera y diminuta gota de verdad estalló como una bomba psicológica, ¿qué ocurrirá en nuestro país el día en que la verdad resplandezca con toda su claridad?”. 

Archipiélago Gulag es considerado hoy en día un clásico, un libro esencial, pero no seré yo el que me tire a la yugular de aquel que se atreva a criticarlo con dureza. Y es que desde mi punto de vista, es un libro más importante que bueno. Sinceramente, me ha parecido una obra bastante coñazo, a la que contribuye la existencia de una importante cantidad de lagunas técnicas, unas lagunas que hacen que la obra no resista bien el paso del tiempo.

Es un libro que parece del siglo XIX, muy ruso, donde se habla con mucha naturalidad de gente que para el lector que no haya nacido en la URSS suenan a chino. Su rigor también podría ser cuestionado, a pesar de la propia experiencia del autor y de las entrevistas que llevó a cabo. Ya se ha dicho al principio que el mismo autor reconoce las limitaciones de su trabajo, y por ello habrá que tener un mínimo de cautela con todas las afirmaciones desplegadas en el libro.

La estructura de Archipiélago Gulag es también bastante dudosa. Se compone de una retahíla de microhistorias bajo un marco fragmentado, inconexo y unos saltos en el tiempo que aportan más confusión. Seguir el hilo no es nada fácil y con la defectuosa traducción del ruso al español de L.R. Martínez, la tarea se hace más complicada todavía. Tampoco hay apenas diálogos, lo cual ralentizan la narración en demasía.

En cuanto al estilo de Solzhenitsyn, diría que el escritor ruso tiene un estilo ‘irónico-rabioso’ que trata de dinamizar con interrogaciones y exclamaciones. Solzhenitsyn utiliza muchas metáforas y su capacidad retorica es remarcable ya que al fin y al cabo está hablando de lo mismo todo el tiempo: las injusticias del régimen soviético. A pesar de todo, como se ha dicho, el libro se acaba haciendo pesadísimo.

Sea como fuera, lo cierto es que Archipiélago Gulag tendría a la larga una influencia mucho mayor de la esperada por su autor, hasta el punto de que a la larga contribuiría decisivamente a la caída del régimen soviético. Solzhenitsyn ya había creado furor con la publicación de Un día en la vida de Iván Denísovich, donde sacó por primera vez a la luz las condiciones penosas de los GULAG. Era la época de desestalinizacion dirigida por Khrushchev. Sin embargo, la figura de Solzhenitsyn y sus denuncias crecieron más de lo esperado y acabó siendo un problema también para la nueva administración soviética.

Solzhenitsyn mantuvo el texto de Archipiélago Gulag en secreto durante muchos años. Sin embargo, en 1973 una copia del manuscrito vino a parar a las manos de la KGB. Yelizaveta Voroniánskaya, portadora del texto y secretaria de Solzhenitsyn se acabaría ahorcando en su piso de Moscú bajo unas circunstancias que nunca se han aclarado.

“Víctima del miedo al Gulag», según Solzhenitsyn.

Este hecho hizo que el libro se publicase. En 1973 se publicó en París la primera edición en ruso y al poco tiempo se tradujo a otras muchas lenguas. Solzhenitsyn acabo siendo expulsado de la URSS y solo veinte años después  regresaría a la ya ex Unión Soviética, donde vivió hasta el día de su muerte el 3 de agosto de 2008.

Archipiélago Gulag fue de las primeras pruebas documentadas que traspasaron las fronteras de la URSS para denunciar ante el mundo las tropelías de un régimen soviético que llegó a la conclusión de que necesitaba crear estructuras represoras como el GULAG para sobrevivir.

Hoy en día, se “acusa” por ejemplo a Gorbachov de haber acabado con la URSS al intentar poner en marcha unas reformas insostenibles, pero son pocos los que se dan cuenta que desde la escritura de Archipiélago Gulag, la URSS se empezó a tambalear cada vez más.

Desde luego, leyendo Archipiélago Gulag, pareciera que el comunismo no posee ni una sola virtud. Aleksandr Solzhenitsyn, fue un disidente en toda regla que se le escapó a la URSS y cuando quisieron matarlo, ya era demasiado tarde. Sufrió el martirio de la  cárcel y la represión, pero también en ella vivió los mejores momentos de su vida.

Entre rejas, llegó a todo tipo de conclusiones, en una de estas reflexiones aconseja, “vivid con serena superioridad ante la vida…, no temed la desdicha ni añorad la felicidad, pues ambas actitudes vienen a ser lo mismo”. Aunque Solzhenitsyn vivió en los Estados Unidos, el escritor ruso tampoco abrazó la causa capitalista, simplemente se mantuvo como un independiente defensor de los derechos humanos hasta el último día de su vida.

Archipiélago Gulag fue publicado por primera vez en 1973, creando un auténtico revuelo mundial. En España se publicó en los años 70 por Plaza Janés entre otras editoriales aunque el manuscrito se había escrito entre 1958 y 1967.

¿Y tú? Has leído Archipiélago Gulag? Me encantaría saber tu opinión al respecto.

El autor
Carlos Battaglini

Lo dejé todo para escribir Samantha, Otras hogueras y Me voy de aquí.

7 comentarios
  1. Quisiera saber si esta edición (Editorial El Arca de Papel) es sólo el primer tomo de la obra, o es una versión resumida. Tengo entendido que la obra originalmente consistía en 3 tomos.

      1. La edición de “El Arca de Papel” no es el libro (que realmente son siete volúmenes…) entero ni por asomo. De hecho, la edición de “El Arca de Papel” son dos volúmenes: el número 50 y el número 111.

        La única edición “completa” en castellano fue publicada en 2015 por TusQuets en su serie “Tiempo de memoria”.

        Si comparas el número de páginas (y la edición de TusQuets tiene una letra pequeña son 832 + 816 + 744 páginas en papel de 14.8×22.5 cm, es decir, un total de 2392 páginas.

        Si lo comparas con las 530 páginas de P&J del número 50 en su serie “El Arca de Papel”, que tiene una letra digna y 10×18 cm… pues algo falla.

    1. Lo estoy leyendo ahora mismo y me gusta mucho. Creo que es un libro que nos dota de herramientas para entender algunos de los trastorno de los comunista/socialistas/totalitarios/dictadores etc.: Y si la obra y su autor de alguna manera contribuyeron a la caída de la URSS pues hay que darle cabida en las bibliotecas.

  2. Obra reveladora en muchos aspectos pero también tremendamente farragosa. Imposible seguir de un modo fluido las continuas referencias a personajes absolutamente desconocidos para el lector con un conocimiento básico de la historia rusa contemporánea. Destacaría el tono cargado de sarcasmo que tiene la narración, en la que la recurrente ironía del autor mitiga un poco la crueldad manifiesta de los hechos relatados. Crónica de una dolorosa frustración. Lo que pudo ser y no fue.

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