Reseña literaria de LIMÓNOV de Emmanuel Carrère (4) de (4). “Democracia, derechos humanos y otras chorradas”.

Limónov

Otro mérito que quizás haya que poner en el haber de Limonov es el hecho de haber iniciado una nueva corriente literaria en Rusia de corte contemporánea, irreverente, brutalmente sincera y que rompe por las malas con todo ese legado de literatura rusa densa capitaneado por Tolstoi, Dostoyevski, el mismo Chéjov y que renace con Solzhenitsyn. Limónov se aleja de todo eso, abre la línea del enfant terrible y escribe prácticamente lo que le sale de los cojones, incluso como le daba por el culo un negro, algo que parece haber sido el punto de inflexión en su carrera y el fogonazo de su popularidad, la mecha de la celebridad que siempre buscó. Y es que pareciera que Limónov es ese ser humano que se sacrifica por todos traspasando los limites humanos habidos y por haber, aunando todas las contradicciones que habitan en nosotros y expresándolas de manera libre y rotunda sin ningún tipo de ambages. Limónov se atreve a cruzar la línea, vive con ello y sobrevive.

Aun así, he de decir que a pesar de que Carrère lo define como una persona que nunca miente (o casi nunca) da las sensación de que algunas historias son un tanto exageradas, o bien muy centradas en el espectáculo, que era al fin y al cabo lo que buscaba.

Su posicionamiento político, tiene mucho que ver con su forma de ver la vida y por ello no le importa absorber todas las contradicciones humanas, todos los extremismos y alejarse de lo que considera pura hipocresía o lo que es lo mismo, la democracia, la neutralidad, los derechos humanos y “otras chorradas” parecidas relacionadas con lo políticamente correcto.

Da la sensación de que Carrère coincide con esta forma de ver la vida. En efecto, parece como si el escritor francés estuviera cansado de lo que él llama “las mentes sutiles”, o lo que es lo mismo, el típico intelectual de izquierdas que tiene una opinión (seguramente incorrecta para los cánones sociales) que no se atreve a manifestar ya que vive constreñido por la declaración de los derechos humanos, lo políticamente correcto, escudándose por ello en esa mágica frase de “es complicado”.

Carrère hace gala por otro lado de una humildad y una sinceridad tan brutal que lo hacen incluso más auténtico que Limónov. Tanto es así, que disfruté más con los fragmentos que el escritor se dedica a sí mismo (escasos renglones donde refiere a su vida aburrida de burgués parisino además de reconocer sus limitaciones literarias) que con la parte dedicada a Limónov que viene a ser el objeto del libro. Y es que no acabo de creerme del todo a Limónov y por el contrario me creo a Carrère a pie juntillas.

En otro orden de cosas, las reflexiones de Carrère, los retos intelectuales que plantea, no sólo hacen referencia a Limónov sino a la posición del hombre en el mundo, además dar un repaso a la Rusia de las últimas décadas.

De alguna manera se viene a decir que el hombre es incoherente por naturaleza, que el hombre es presa de los más terroríficos pensamientos, incluido el gusto por el espectáculo de la guerra, pero que casi nadie se atreve a expresarlo de esa forma puesto que va en contra del imperante e hipócrita pensamiento de lo políticamente correcto. Por eso le gusta la sinceridad de Limónov. El ruso representa todos los males y las virtudes del hombre y los escenifica en la vida real. Quizás por eso haya tenido su seguimiento, porque mucha gente se refleja en él, o al menos en algunas partes de esta personalidad ‘poliédrica’.

Respecto al comunismo, Carrère dice que cae gracias a la liberación de la historia, o lo que es lo mismo, debido al descubrimiento de las brutalidades llevadas a cabo por el régimen soviético, especialmente durante la época de Stalin, brutalidades que deja al descubierto Solzhenitsyn  en su clásico Archipiélago Gulag. De manera que si se mira con perspectiva, parece que el comunismo cae más bien por culpa de Stalin que de Gorbachov.

Aun así, a la idea utópica del comunismo, se la mira con esa cierta nostalgia intelectual. Es decir, el hombre honrado (y también por qué no decirlo, ‘políticamente correcto’) no puede estar a favor de una dictadura, pero sí que congenia con los ideales marxistas de igualdad, de redistribución y al fin y al cabo con el proyecto de un mundo mejor, de una utopía.

Son hombres que en definitiva no les gusta lo que pasó después de la caída del bloque socialista: el triunfo del capitalismo salvaje, la ‘democracia criminalizada’ que se instauró en Rusia. Actualmente la izquierda aún anda en esas, buscando su sitio, su lugar que va encontrando expresión en unos movimientos ciudadanos cada vez más poderosos. En el caso de Rusia, esta nueva corriente puede aglutinar a gente de todas las ideologías y extremos.

Dicho esto, seguramente será complicado de momento contradecir a ‘lo políticamente correcto’, que al fin y al cabo es el resultado de un establecimiento de valores nacidos al calor de abusos pasados. Empezar a legitimar o ‘entender’ los extremismos, justificar la dualidad humana podría llevar a transitar caminos insospechados donde tal vez la impunidad reinaría peligrosamente a sus anchas. O no.

Cambiando de tercio, hay que decir Carrère demuestra ser un gran conocedor del mundo ruso, su trabajo de documentación es encomiable, ahí se nota también su formación de politólogo. De ahí que estos factores entre otros, hicieran que Limónov tuviera muy buena aceptación por parte de la crítica como había obtenido por ejemplo con otras obras como El Adversario. Limónov le llevó a ganar a Carrère el Prix des Prix como la mejor novela francesa, el Premio Renaudot y el Premio de la Lengua Francesa. Asimismo, con este libro, Carrère sigue desarrollando una carrera artística polifacética que lo hacen saltar del mundo del cine y los telefilms al de la literatura con naturalidad.

Por último, me gustaría destacar la buena traducción de Jaime Zulaika, casi perfecta, aunque creo que tampoco era un libro muy difícil de traducir. Decir que hay unas cuantas erratas en el libro, al menos yo vi unas seis, supongo que el equipo corrector de Anagrama ya se habrá dado cuenta. Estos fallitos no estropean en absoluto este magnífico libro.

En definitiva, lean Limónov, reflexionen y disfruten. Ah, y no se olviden de intentar cambiar el mundo.

El autor
Carlos Battaglini

Lo dejé todo para escribir Samantha, Otras hogueras y Me voy de aquí.

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