“LA LITERATURA NO PUEDE CAMBIAR EL MUNDO”. Lo dijo el escritor franco mauritano Le Clézio cuando recibió Premio Nobel de Literatura en 2008. Pues. No me acaba a mí de convencer esta frase. Más bien, poco o nada. Y es que se trata de una sentencia que no se puede lanzar a la ligera, necesita reflexión.
Para empezar habría que ponerse de acuerdo en qué es cambiar el mundo. Imagino por ejemplo el concepto de mundo que tenía en la cabeza pongamos el Che Guevara y el que tenía, por ejemplo, Bush. Pienso también en qué se parece un mundo soñado por un fontanero de Hamburgo y una masajista tailandesa. Para una nueva asociación juvenil, grupo cultural o lo que sea, la sociedad está adormilada, pero para Chávez o Fidel estamos (están) en plena revolución. A Sergio Rodríguez le gustaría que cambiase su mundo para jugar más, mientras que Messi prefiere que no cambie nada puesto que el mundo está bien cambiado para él.
Es decir, cada uno más o menos queremos un tipo de mundo que no tiene por qué coincidir con el de al lado. Otro aspecto a tener en cuenta es que cambiar el mundo, no significa necesariamente cambiarlo para mejor. El mundo se puede transformar para peor.
Pero volvamos al poder de la literatura. Dice Le Clézio que ésta no puede cambiar el mundo. Y discrepo. Pero primero, ¿Qué es literatura? ¿Todo lo escrito es literatura? Sinceramente, no tengo ni idea. Vayamos por ejemplo al Espasa. Éste nos dice que Literatura es el “Arte que emplea como instrumento la palabra”.
Ummm… Así que la literatura es un arte. Entonces deduzco que el que escribe literatura es un artista, puesto que está produciendo arte ¿Somos todos artistas? Al cabo y al fin, quién más quién menos, escribe aunque sea un e-mail o una lista de la compra ¿no? ¿Pero se puede considerar la lista de la compra como literatura? Supongo que no. A no ser que pongamos en un post-it, “entonces atrapé el tomate, éste estaba fresco, distante. Me acerqué pues al cartón de leche y me guiño el ojo para decirme la cajera que soltase 3 euros…” Pero pongamos que no, que la receta de la compra o poner un anuncio por palabras no es literatura puesto que no es “Arte” ¿Pero quién decide lo que es Arte y no lo es?
Vayamos a otra definición también del Espasa. La literatura es también según este diccionario, “Teoría de las composiciones literarias”. Vale, esta definición parece que es más objetiva que la anterior ¿Y qué es una composición literaria? ¿Qué se puede considerar composición literaria? ¿Los diferentes estilos narrativos? Puede, pero la cosa sigue estando poco clara. Otra definición del Espasa nos dice que literatura es también el “Conjunto de las producciones literarias de una nación, una época, un género etc”. Ufff, ese “etc” del final vuelve a abrir la puerta a todo. ¿Y si digo que escribirse en palma de la mano puede llegar a ser un género de literatura?
La última definición dice que literatura es también, “un conjunto de obras que tratan de una determinada materia: literatura médica” Buf, “una determinada materia”. ¿Y si me da a mí por hablar de los tintes de Belén Esteban? ¿Acaso los tintes de Belén Esteban no son una determinada materia? ¿Quién tiene la legitimidad para decirme que no? Me voy ahora al María Moliner y nos dice que literatura es el “Arte que emplea como medio de expresión la palabra hablada o escrita” ¡¡ahora también la palabra hablada!! No me jodas ¿significa esto que todo lo que se lee es literatura? Si yo digo, “Ferretería Gumersindo” ¿Es eso literatura?
Total, pienso que quizás y probablemente, Literatura es todo. Y eso ni el diccionario más completo lo puede recoger, enmarcar, cerrar, porque la literatura es vida. Algo todavía por descubrir.
Pero dejemos la definición de literatura (tarea imposible o maratoniana) y volvamos a la frase de Le Clézio “La literatura no puede cambiar el mundo”. Y repito que discrepo. Bueno, primero me gustaría que Le Clézio me dijese qué es literatura para él… Y luego digo que discrepo porque todos, a no ser un tipo que conocí en el Valle del Ebro que nunca había leído nada, estamos condicionados por lo que nos han metido en el cerebro. Y ahí no sólo juegan nuestra experiencia vital, sino todo lo que hemos leído consciente e inconscientemente. Y no estoy diciendo que si uno se lee Madame Bovary automáticamente se lance a la calle a montar el Mayo del 68, pero creo que leyendo cualquier cosa puede motivarnos a realizar determinadas acciones tarde o temprano. El Ethos está ahí.
Por ejemplo, antes de que el Che, Fidel (y otros dictadores) y compañía se embarcasen en el Granma para desembarcar en Cuba y “cambiar el mundo” habían leído muchísimo ¿Acaso estas innumerables lecturas no les motivó a cambiar el mundo? Y esas lecturas, son literatura. Digo yo.
La literatura cambió ese mundo al menos, el cubano. Karl Marx ¿Cambió el mundo? ¿Acaso no estaba influenciado por la lectura de Hegel y muchísimos autores más? ¿Lenin hubiese cambiado el mundo si no hubiese leído a Marx? Mi vecina dice que hay libros que le han cambiado la vida, a mí supongo que también.
En definitiva, que decir que la “literatura no puede cambiar el mundo”, no sólo es una frase que puede ser refutada, sino que es prácticamente imposible “absolutizarla”, convertirla en paradigma kuhniano, ya que se basa en dos conceptos demasiado abstractos: literatura y cambiar el mundo.
Aviso que no he tomado nada esta mañana. Tan sólo he leído algo.
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