Por su parte, la voz del narrador siempre se mantuvo con un tono objetivo y firme, pero en la página 130, éste opina sorprendentemente y dice del nuevo y cruel reverendo Smith, “debería haber sabido que el reino de Dios no depende de las grandes masas. El Señor destacó la importancia de las minorías. Estrecho es el camino, y pocos es el número”. Tengo mis discrepancias también con el final.
Cuando lo leí al principio, me encantó la ironía y cinismo del narrador al describir como el blanco del final, el Comisario del Distrito, está escribiendo un libro sobre sus experiencias en África y como los últimos acontecimientos que incluyen el suicidio de Okonkwo, le parecen detalles fabulosos para su libro.
Esto refleja muy bien la mentalidad con la que muchos blancos visitan África, a la que acuden como si fuesen al zoológico, observando la realidad desde la platea y el hedonismo, listos para sacarse la foto, decir que han estado allí y marcharse bronceados. Sin embargo, no me gustó que la idea del libro no se anunciase antes, sino que apareciese al final sin aviso, lo que produce una cierta sorpresa. Faltó prepararlo.
Hay otros detalles interesantes, como el hecho de que el título de la novela provenga de un poema de Yeats, The second coming o que en un momento dado, un personaje emita la característica finalización de las palabras en ‘o’, más propia de los liberianos y en menor medida de los ghaneses. “Good morning o”, se diría en Liberia, por ejemplo. Encontramos por otro lado, en algunas páginas dibujos rudimentarios (obra de Uche Okeke) simbolizando una reunión en la aldea por ejemplo. No soy partidario de los dibujos en las novelas, ya que condicionan la imaginación, aunque este hecho en Todo se desmorona, no estropea la historia.
Precisamente esta atención en Todo se desmorona en los detalles me hace preguntarme a quien van dirigidas dichas elaboradas descripciones. Y la respuesta me sale más al hombre blanco, que al hombre negro o africano, puesto que este último ya conoce bien estas tradiciones, aunque eso tampoco quite que el destinatario principal sea también el negro africano que puede encontrar disfrute en la narración de detalles cercanos u oídos.
Por otro lado, es un hecho que Achebe recibió una educación cristiana, intelectual y casi “blanca” (era hijo de un misionario), pero al mismo tiempo Achebe quiere dejar claro que existió una sociedad precolonial que preconiza unos valores de los que los africanos deberían sentirse siempre orgullosos. Achebe también quiere incitar al africano a liberarse y a salir adelante, para ello la educación y la literatura juegan un papel fundamental.
Por tanto, podemos concluir que el destinatario de su novela es el lector, ya sea blanco o negro. Aprovecho para añadir (aunque no esté directamente relacionado con la novela) que personalmente me llama la atención la poca curiosidad que parecen mostrar los hombres y mujeres negros por el mundo de los blancos. Quizás el factor educativo tenga una gran importancia en este sentido.
Resulta inquietante a veces por otro lado, el poder de las tradiciones y en especial el del ineluctable oráculo cuyas resoluciones son imprevisibles, amenazadoras y de obligada ejecución.
Además del oráculo, el peso de la tradición marca sin duda el devenir de los poblados, incluyendo prácticas como a deshacerse de niños recién nacidos (cuando nacían gemelos) descuartizar a aquellos bebés que nacen con defectos para que no vuelvan a volver al mundo etc.
En otro orden de cosas, me resultó interesante descubrir que en la aldea de Umuofia hay ‘coco-yams’ a los que también se les llama taro. Se les llama así porque se plantan en el mismo sitio que los cocos. Tenemos también el udala tree entre los árboles principales y novedoso fue descubrir que la cam wood se utiliza también para adornar la piel. Siguiendo con las costumbres, Okonkwo y sus compañeros esnifan de una botellita que puede contener tabaco.
Estas características son sin duda propias de la cultura africana. El choque de culturas por cierto, se hace evidente en una escena donde unos personajes nigerianos de la novela dicen sobre un blanco, “decimos que es tonto porque no entiende nuestras costumbres y a lo mejor él dice que nosotros también somos tontos porque no entendemos las suyas”.
En definitiva, me gustó bastante el libro. Tengo apuntado en un post suelto la siguiente frase que no estoy seguro si corresponde a esta novela, pero lo añado: “el mensaje del libro es más grande que su calidad”. Eso no quita que la calidad sea alta. No en vano, Simon Gikandi, que hace una introducción en el libro, afirma que Achebe es el hombre que ha inventado la literatura africana porque es capaz de mostrar que el futuro de la escritura africana no reside en una simple imitación de las formas europeas, sino en la fusión de dichas formas con las tradiciones orales”.
Lo cuál me hace preguntarme, por qué la escritura africana debe fusionarse con la europea, aunque Gikandi por otro lado, reconoce la independencia narrativa de Achebe y su carácter pionero.
De lo que no cabe duda de todos modos, es que Things fall apart (original título de Todo se desmorona) es la novela africana más conocida en todo el mundo, la cual ha sido traducida a más de 45 idiomas, siendo publicada (que no escrita) cuando Achebe sólo contaba con 28 años y en una época de ansiedad y crisis como dice Gikandi en la introducción, ya que parecía avecinarse el fin del período colonial, algo que según el mismo crítico, el libro pretende abordar también: ¿qué pasará ahora? La novela sin duda tiene un componente revolucionario, una llamada al africano a respetarse y también a comprender mejor el origen de la crisis africana.
Como dice Gikandi, la novela de Achebe presenta la experiencia colonial, pero no mitifica un supuesto pasado romántico africano, antes al contrario, expone (por ejemplo) el controvertido asesinato de Ikemefuna como un posible exceso de rigidez por parte de Okonkwo, lejos de un pasado Igbo heroico. Achebe se aleja por tanto de los fanatismos y trata de ser objetivo.
Dice Gikandi (y Achebe en cierto modo lo ratifica) que la novela de Achebe tiene un componente moral, lo que contradeciría otras “máximas” de la literatura que aconsejan utilizar un enfoque objetivo neutralmente ético o indiferente respecto a la ética, aunque es cierto como se ha dicho, que Achebe utiliza un registro frío y objetivo, aunque no por ello reñido con la sugerencia ética.
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