“El nacionalismo es de lo único que se habla en España”, le dije no hace tanto a una compañera belga cuando me preguntó sobre los asuntos de los que trataban los principales medios de comunicación españoles.
Vivir fuera de España durante muchos años no solo sirve para ampliar miras, descubrir otras verdades, otras rutinas (y todo eso) sino también para auscultar el panorama del país en el que uno ha nacido de manera mucho más nítida. Es así como al regresar después de muchos años compruebo que en España se sigue hablando casi exclusivamente del nacionalismo, como hace diez años, quince, veinte.
Pronto me tragué (con un poco de alioli) la ingenua esperanza que me invitaba a creer que esos locutores fanáticos que llevan pegados al micrófono matutino desde hace siglos habían cambiado su discurso, al menos una micra.
Pero bastó escuchar tres o cuatro programas para confirmar que nada ha cambiado en este país (o al menos eso es lo que nos quieren hacer creer que no es lo mismo) En efecto, los fogosos comentaristas continúan con su discurso predeciblemente incendiario donde las reglas están fijadas desde el inicio, unas reglas derivadas de una guerra civil que sigue partiendo al país en dos o más pedazos.
No hay matices, no hay lugar para la ambigüedad: el enemigo está claramente identificado y a ese es al que hay que machacar, haga lo que haga, tenga o no tenga razón. Lo sorprendente, lo alucinante, (lo que casi me fascina) es que haya gente que se levante todos los días para decir lo mismo a cambio de dinero. Parece que no les importa condenar su vida a la rutina de la certidumbre, a los idénticos amaneceres sin con ello al final se aseguran los garbanzos.
Pero ojo, no son solo estos vehementes locutores los cansinos, no, el tedio asola por igual al resto de los grandes medios solo que con registros diferentes. Lo habrás comprobado a diario. Basta conectarse a los principales medios de comunicación ya sea a través de internet, la televisión o la radio para que a uno le asalte la cuestión catalana. No hay escapatoria. Día a día, minuto a minuto machacando. De acuerdo, no es que no sea importante que muchísima gente de un territorio tan relevante como el catalán quiera separarse de España, pero eso no justifica que el manoseado asunto monopolice la primera línea informativa durante los 86,400 segundos del día. ¿Puigdemont es lo único que ocurre?
Digo yo que en un país de más de 46 millones de habitantes deben pasar muchas más cosas. ¿Alguien sabe por ejemplo lo que ocurre en Zaragoza, en Sevilla, en Santander, en la isla de La Palma?
Lo único que sabemos de estos sitios es lo que nos cuentan las predicciones meteorológicas. Bueno, si hay algún asesinato, una inundación o una fiesta regional entonces es posible que oigamos hablar de Cartagena, de Lleida o de Palencia. El resto del año estos territorios permanecen mudos, impasibles, como un cuerpo inerme donde solo funcionan unos oídos que siempre escuchan la misma sardana, idéntico chotis, la Moncloa, Cataluña, Madrid.
Afortunadamente, sabemos gracias a cosas llamadas aviones o Internet que hay vida en otros sitios, que el suceso late en otros rincones. Gracias a estas herramientas sí, nos enteramos por ejemplo que en este mismo país (sí, sí, no se vayan ustedes) hay mucha gente moviéndose en infinidad de ámbitos profesionales. En el de la literatura sin ir más lejos, España asiste al surgimiento de cada vez más escritores que a su vez provocan el nacimiento de numerosas editoriales independientes y otros largos efectos colaterales de positivas resonancias. Además, (consciente o inconscientemente) al día se disfruta de una cocina sin parangón, de una historia a la altura de muy pocos países y otros infinitos etcéteras. Nosotros lo sabemos y por ello cada vez hacemos más uso de otras fuentes de comunicación o ignoramos la gran portada mediática para encontrar el grano en la paja.
Para hablar de lo mismo, están los de siempre, para explorar nuevos caminos, se levanta una gente cansada pero muy fresca, con muchas ganas. Menos mal.
Me digo lo mismo todos los días, ero puede que después de todo eso sea lo que convenga a los que gobiernan, que siempre se hable de lo mismo, que no se conozcan más problemas que los que nos mascan. Personalmente y como extremeña sin tren, casi sin avión y si me descuido sin carreteras me siento hastiada de todo esto. Muy, muy hastiada. Busco refugio en otros contenidos, en otros mundos. Sí, ocurren muchas cosas, pero no se crea interés sobre ellas. Un abrazo
Hola Anabel! Pues sí! Afortunadamente como bien dices, tenemos otros medios para recordar que en realidad pasan muchas cosas y además interesantes. Imagínate si no hubiese internet o estuviésemos viviendo en una dictadura… Abrazos
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