“La isla de Odín” de Jane Teller (1) de (2)

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En Mayo de 2008 me encontraba en Madrid para hacer unos cuantos exámenes de mi oposición. Como siempre hago cuando estoy en la capital, consulté la agenda del Círculo de Bellas Artes y allí me encontré con una presentación de un libro escrito por una danesa llamada Janne Teller. Andaba por aquel entonces buscando algo de eso que llaman “literatura universal” (a falta de mejor nombre) y me pareció que un contacto con las letras escandinavas contribuiría de manera notable a mi exploración imposible.

Allá fui por tanto aquel día de Primavera soleada. Subí varios pisos del Círculo de Bellas Artes y me metí en una sala atestada de mujeres. Detrás de una larga mesa, como oradoras, había cinco chicas, algunas de ellas con pelados cortos, rapados, muy masculinos. La charla empezó con unos apuntes informativos y laudatorios sobre el movimiento lésbico y la fuerza de la mujer actual. Me levanté enseguida. Sí, me había equivocado de charla. Así que abandoné la sala en medio de varias risas que me acompañaron hasta el final del pasillo.

A la izquierda, ahí era donde quería ir yo. Entré en una sala no muy poblada, y una mujer me miró con unos ojos claros, fijos, fuertes. Poco a poco descubrí que se trataba de Janne Teller. La presentación empezó y me volví a levantar a los pocos segundos: Teller hablaba en danés. Así que por fin, ataviado por unos cascos, me senté definitivamente.

Aquel día decidí comprar el libro que se promocionaba, “La isla de Odín”. Teller me había parecido una persona honesta, sensata y me dije a mi mismo que en breve, me intentaría leer La isla de Odín. Aquella noche por cierto, el libro, sufrió un ataque canino por parte de la perra de los amigos que me cobijaban en su piso. La novela sufrió varias magulladuras en la portada, y en la contraportada, pero sorprendentemente, el texto permaneció intacto y el libro se mantuvo con dignidad listo para ser leído.

Eso hice, casi un año después. Y esto fue lo que pasó: La isla de Odín narra la historia de un hombrecito llamado Odín que un día aterriza sin saber como en una isla misteriosa. Odín, tan solo tiene un ojo, es bajito, y es más bien una persona mayor.

En la isla, es acogido por sus habitantes que lo observan como un ser extraño pero también novedoso, portador de aventuras y nuevas experiencias. Odín no sabe como ha llegado hasta allí. Al parecer sufrió una lluvia de meteoritos y recuerda también que tenía que dar unas malas nuevas.

Eso es todo lo que recuerda. Odín quiere abandonar la isla puesto que su yegua Rigmarole se ha partido la pata y tiene que buscar un veterinario. A los pocos días, aprovechando una fuerte helada que no se producía desde hace muchos años, logra cruzar al continente. Allí tropieza con Sigbrit, una mujer que trabaja en un banco y que pronto se siente responsable del destino de este extraño personaje el cual es llevado al hospital.

Odín comienza a hablar sobre la misteriosa isla. Sigbrit se interesa, indaga y da con Ambrosio el Pescador, del que alguien le ha dicho que conoce la ínsula. Sigbrit cada vez se va implicando más en la historia de Odín, que ahora se ha convertido en toda una cuestión política, además de intentar ser manipulado por fanáticos de diferentes religiones: cristiana, judía y musulmana. Odín conoce en el hospital al ingenuo Gunnar el cabeza, del que se hará amigo. Finalmente, se forma un grupo en el barco de Ambrosio, el Rikke-Marie que tratará de encontrar la misteriosa isla.

He decir que la novela no me ha gustado. Por muchas razones. Entre ellas, la falta de ritmo de la misma, que sumerge al lector en varias fases caracterizadas por la lentitud, y el tedio, provocado básicamente por la ausencia de recursos literarios de Teller, al menos cuando escribió esta novela.

Y eso que la historia no es mala. A pesar de basarse en un tema un tanto sobado, plagado de certidumbres y sucesiones esperadas, puede dar bastante juego, pero Teller se metió en un asunto que se le hizo demasiado grande, la desbordó. Así, a medida que transcurre la novela, comprobamos como la escritora danesa es incapaz de manejar un “monstruo” que ha crecido demasiado y además de manera informe, lleno de heridas y desperfectos.

Desperfectos como los diálogos, plagados de acotaciones manidas, repetitivas (movió la cabeza, tamborileó, “a la que no hay que dejar de lado”, vale, pero no hace falta ponerlo tanto…) y ausentes de originalidad. Desperfectos como la ruptura entre Sigbrit y su marido, Fridtjof, al cual se le dibuja como un frívolo, poco profundo, plano, pero que no cae tan antipático ni mucho menos como la escritora nos lo quiere presentar. También creo que la novela peca de infantil y a veces cae en el tópico. Por ejemplo, el único personaje del sur de Europa es un cura pícaro al que se le califica algo así como “golfillo del Sur”.

El autor
Carlos Battaglini

Lo dejé todo para escribir Samantha, Otras hogueras y Me voy de aquí.

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