“La isla de Odín”, de Janne Teller (2) de (2)

la-isla-de-odin-janne-teller-2-de-2

Y Sigbrit, como era de esperar, se acabará enamorando de Ambrosio el Pescador en una relación que se construye también de manera superficial, simplona y antinatural. Es difícil, casi imposible (a pesar de ganarse de la paciencia lectora aconsejada por Nabokov) caer atrapado en las redes de ‘La isla de Odín’. Una historia que refiere la rivalidad nórdica entre Dinamarca y Suecia (otros afirman que en realidad, es Suecia contra Noruega) marcada por continuos enfrentamientos bélicos.

Esta cuestión resulta más o menos clara, pero a la vez, hay otros aspectos que resultan muy confusos: hay que atar demasiados cabos y uno, sino conoce la mitología escandinava (Odín es un Dios poderoso de los nórdicos) puede perderse fácilmente. De ahí que resulten soporíferas y casi ininteligibles las parábolas (y también los proverbios, acertijos o “keenings” que se plantean en la novela) que introducen cada capítulo.

Claro que la más que lamentable traducción de Carmen Freixanet no le hacen ningún favor al libro: todo lo contrario. Hay errores semánticos, frases enlazadas como si fuese un puzzle que no encaja, laberintos, enredos y otros síntomas de entender mal el español y el danés.

Otro detalle que no me convence son las dosis de moralina introducidas por Teller: la interpretación de los predecibles fanáticos, el previsible fracaso del ambicioso funcionario Lennart Torstensson etc. o lo que hace con personajes como Gunnar el cabeza: un personaje que, ¡permanece olvidado a lo largo de muchísimas páginas! y de repente, vuelve a asomar la testa al final. Hasta el propio Odín parece que se desvanece de vez en cuando. Un Odín, por cierto que encarna el típico personaje que parece ingenuo, hasta de poca inteligencia, pero en realidad encarna a la sabiduría y la inteligencia.

También se podía mejorar la actuación del “extraño personaje” que acaba decepcionando al lector, al revelarse como un hombre que en su momento se cansó de la vida, pero que salió para adelante. Eso es todo. Y tal vez, Teller podría darle más vida a Ambrosio el pescador al final de la novela, cuando llegan a la isla: Ambrosio hace mutis por el foro en la ínsula. Tampoco entiendo porque Sigbrit, sin tan cansada estaba de la vida occidental, de las rutinas, y de una vida que no le gustaba, no se va a la isla con su nuevo novio que la ha dejado además embarazada.

Teller es, claro, Sigbrit. Y eso se nota en la novela. Teller abandonó la ONU, “el mundo civilizado” donde convivió con la hipocresía y el cinismo de las grandes organizaciones internacionales, el egoísmo de las relaciones mundiales, el fanatismo religioso etc, y un día se da cuenta de que lo que le gusta a ella es escribir. Y lo deja todo para hacerlo.

Siguiendo con el final, me parece que se cierra mal, de una manera un tanto superflua; y es que la ligera expectación que se había creado podía haberse consumado mucho mejor.

Cosas que me gustan. Me gusta como están diferenciados los personajes. Me agradó ligeramente el detallito de Sigbrit cuando al final, ella misma, se pone a escribir la novela. Tiene su cosa, que la anciana madre, así como el nombre del barco, sean probablemente un homenaje a Rainer María Rilke, me llegó por otro lado un poco de ese aire blanco nórdico que ya me había llegado con Gaarder y valoro los comentarios, aforismos, reflexiones filosóficas o “taoístas” de alguno de los protagonistas. Pero la verdad, es que poquito más a favor de esta historia, que a veces da la sensación de seguir una estructura fílmica más que literaria.

Ya dije antes que hay que atar demasiados hilos. Así, al final, no parece claro que los proverbios que se iban descifrando paulatinamente tuviesen una lógica evidente. Otro error, desde mi punto de vista, es la ausencia de recordatorios e hilos conductores del libro.

Se habla de un tema y se retoma mucho más adelante, sin recordatorios previos, esto hace que el lector se llegue a perder y a veces, a desesperar. Se le da además, demasiado protagonismo a la pata de Rigmarole, y al final resulta que no le pasa nada. Pero esto, más que un error, es un síntoma de escasa calidad narrativa.

Es difícil por otro lado, entender, por qué a Odín se le trata con tanto respeto, o como es posible que apenas se vele por su seguridad, ante el acoso que recibe…También, digo yo, hay que interpretar que las malas nuevas que Odín iba a dar, se refieren a la guerra que se iba a librar o se libró ya entre el sur y el norte Nórdico, o Dinamarca contra Suecia, además del fanatismo que su presencia provocará (o tal vez también provocó) Es decir, puede que las malas nuevas fuesen el advenimiento de la guerra y el fanatismo que la presencia de Odín va a provocar.

Puede o seguramente, que Teller haya mejorado como escritora, ya que es una persona que vive para la literatura, pero desde luego cuando escribió La isla de Odín, aún estaba demasiado verde. Y es que tuve que hacer un sprint para quitarme el libro de encima, algo que casi siempre ocurre con los libros malos.

Recuerdo ahora por otro lado, que la propia Teller había dicho en la charla que mientras escribía la novela, le parecía muy mala. También reconoce Janne, que La isla de Odín, tenía errores, “que no iba a corregir”. Y esto me parece grave. Comprendo que la escritora acabase harta del libro, pero esto no es óbice para que hiciese el esfuerzo de mejorarlo considerablemente.

El autor
Carlos Battaglini

Lo dejé todo para escribir Samantha, Otras hogueras y Me voy de aquí.

No hay comentarios

Anímate a comentar

Tu email no será publicado.

Información básica sobre protección de datos:

  • Responsable: Carlos Battaglini
  • Finalidad: Moderación y publicación de comentarios
  • Destinatarios: No se comunican datos a terceros
  • Derechos: Tiene derecho a acceder, rectificar y suprimir los datos