No, España no es el país más acomplejado del mundo. Hay otros países como Liberia que son mucho más acomplejados que España. Y unos cuantos más, pero parece que pocos. Da esa impresión. Por eso uno se cansa de ver como todos los días los españoles y también los que no se consideran como tales, pero que viven dentro del Estado Español (al menos a efectos legales), se dedican a despotricar del país a diario. Como ya habrá alguien que me esté llamando facha (ocurre desde que murió Franco y se defiende el concepto de España) he de aclarar que soy de izquierdas y que he votado a Podemos.
Dicho esto, como dije al principio, me cansa que se metan con mi país todo el rato, al que acaban convirtiendo en un territorio de acomplejados. El último mosqueo me lo llevé en las Islas Salomón, unas islas paradisíacas del Océano Pacífico a las que había ido a parar para desconectar unos cuantos días. Estaba en un resort en medio de la nada, esperando a que me trajesen una piña colada, cuando le eché un vistazo por internet a El País y me encontré con una entretenida entrevista a Albert Plá, un artista del que por cierto respeto su singularidad y su franqueza a la hora de expresarse sobre los asuntos más variopintos. Pues bien, resulta que Plá ha escrito un libro que lleva por título, “España de mierda”. En la entrevista afirmaba entre otras cosas, que le daba asco ser español. Entonces suspiré. “Vaya rollo, qué pesados”, pensé. Y sí, también me dije, “qué ignorancia”. Al fin y al cabo, Plá se unía así a miles o centenares de miles de personas que odian todo lo español.
Hasta no hace mucho, yo era un poco así. No anti español, pero si extremadamente crítico con el país. Por aquel entonces, no tenía un buen trabajo, no había viajado todo lo que he viajado ahora y pensaba que todos los países eran mejores que España.
Y es que es esa la sensación que tiene mucha gente que vive ahí. Que todos los países se lo están montando de maravilla menos el Reino Español. Por supuesto, en este contexto, Alemania es considerada como el culmen de la eficiencia, de la perfección. Inglaterra y Francia también son la leche y no te digo ya de Estados Unidos. Pues bueno, uno que ha vivido en estos países y que convive con gente de estas nacionalidades, les dice que no es tanto así. No señor, estos países también tienen problemas y gordos. Estos países no engendran ciudadanos más listos o más guapos. Básicamente han sabido aprovechar su momento histórico, como en su momento lo hizo España.
Si bien es cierto que vivir fuera de España, como es mi caso hace que uno vea con más nostalgia el terruño, y adopte por tanto una actitud más positiva hacia el país que lo vio nacer, lo cierto es que vivir dentro de España también desvirtúa una realidad que sólo se ve negra. Pareciera que en Finlandia por ejemplo, un país con graves problemas de alcoholismo juvenil, todo fuera perfecto, o que en Estados Unidos, una sociedad desvertebrada y aún racista, todo fuese como la seda. Por contra en España, sólo nos acordamos del número de parados y de una corrupción a la que por cierto, deberíamos enfocar de una manera más constructiva. Y es que el hecho de que ésta se denuncie continuamente, debe ser motivo de aplauso. ¿Cuántos países en el mundo pueden presumir de sentar en el banquillo a una infanta?.
Y analizada con perspectiva: sí, es verdad que hay muchos chorizos, pero también hay miles y millones de personas (la aplastante mayoría) que realizan su trabajo honradamente a diario. Pero como siempre, la minoría negativa copa la imagen de la mayoría.
En España hay buenos servicios públicos y nadie se está muriendo, además de disponer de una oferta cultural y de ocio sin parangón. Es cierto, que hay infinidad de cuestiones que deben mejorar, muchísimas, de ahí el afortunado surgimiento de partidos como Podemos y Ciudadanos, pero no todo es un auténtico desastre como se nos quiere hacer pensar a diario.
Lo que es sorprendente es a pesar de la carga negativa diaria, en el deporte por ejemplo, España sigue cosechando éxito tras éxito, cargándose a alemanes, franceses, ingleses y lo que haga falta para llevarse trofeos y más copas en todo tipo de deportes. Pero esto parece no contar. Se sigue dando casi por hecho, una superioridad genética, biológica, en los países del Norte, de los que se sobreestima su verdadero potencial: en Alemania y en Inglaterra también hay mucho mileurista. Y algo importante: no podemos medir el bienestar de las sociedades sólo desde parámetros económicos.
Con todo, a pesar de que al español le están diciendo que no vale para nada todos los días, al final se las acaba arreglando de una manera u otra, apelando al más primitivo instinto de supervivencia que no entiende ni de naciones ni de banderas.
Yo me considero español, pero tampoco quiero “pasarme”, porque al fin y al cabo, la identificación con un país, viene a ser también un intento desesperado del ser humano de agarrarse a una identidad compartida con otros seres humanos, un afán de no sentirse tan raro en un mundo que no deja de parecernos extraño. Es por ello, que el sentimiento patrio se exagera, como si en tu país nadie te fuese a traicionar, o como si tus compatriotas fuesen todos ciudadanos enteros. Pero el hecho de identificarte con tu país, de manera moderada, satisfactoria, no tiene nada de malo.
Aquí, en las Islas Salomón, también descubrí la figura de Álvaro de Mendaña, un marino leonés que descubrió estas islas hace varios siglos. En estas islas lo conoce todo el mundo. En España por supuesto es un auténtico desconocido, puesto que reivindicar el pasado español (con razón y sin razón) sería considerado hoy en día de “facha” y sobre todo, daría pocos votos.
Por ello conviene recordar que Mendaña no es más que otro ejemplo de la enorme capacidad que ha tenido España a lo largo de la historia, una historia de la que fue protagonista absoluta cuando se convirtió en la mayor potencia mundial bajo el reinado de Felipe II. Pero toda esa época se ha olvidado, con razón también porque se cometieron muchos abusos, pero también se produjeron unos importantes logros que hoy en día permanecen olvidados en la memoria colectiva nacional.
Actualmente vivimos bajo el dominio anglosajón al que España se adapta como puede, un tanto perdida, un tanto despistada, pero a pesar de todo, ganando trofeos, saliendo para delante, levantándose todos los días por las mañanas y yendo a trabajar: creyendo en algo, aunque la mayoría no lo sepa.
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