El Perseguidor, de Julio Cortázar (5) de (7)

El Perseguidor

Algo que me gustaría destacar es que no todas las descripciones del relato son geniales. Ya he dicho en algún lado que si se va enlazando una genialidad con otra genialidad, al final la genialidad acaba por dejar de ser una genialidad para convertirse en algo barroco y cargante. De ahí la necesidad de que la ‘normalidad’ y los terrenos conocidos tengan también su necesario espacio estético como el tópico que sale de los labios de un músico, “Si Dios estaba ayer en alguna parte puedes creerme que era en esa condenada sala de grabación”.

En definitiva, en este relato no es negativo que haya también descripciones “normales”, ya que se cae quizás en un cierto abuso de la excelencia que deja sin brillar a otras genialidades debido a la abundancia de éstas.

Siguiendo con las descripciones, decir que resulta muy interesante también la manera con la que Cortázar construye el espacio, el lugar. Aparte de la descripción inicial de la pieza “la ventana da a un patio casi negro, y a la una de tarde hay que tener la luz encendida si se quiere leer el diario o verse la cara” etc., me gustó la parte que dice, “Dédée está lavando las tazas y los vasos en un rincón del cuarto. Me he dado cuenta de que ni siquiera tienen agua corriente en la pieza; veo una palangana con flores rosadas y una jofaina que me hace pensar en un animal embalsamado”.

O cuando están paseando por París, “Una basura en el Sena, esa paja que flota al lado del muelle, tu libro. Y yo esa otra paja, y tú esa botella que pasa por ahí cabeceando. Bruno, yo me voy a morir sin haber encontrado…sin…”

Y con esto enlazo con, sin duda, un apartado de lo más interesante (y tranquilizador) me refiero a los supuestos “errores” del relato. Digo lo de tranquilizador puesto que es reconfortante comprobar que también escritores de la talla de Cortázar tenían sus resbalones, sus inexactitudes, sus humanidades. Por ejemplo cuando dice, “Se golpea la cabeza con el puño cerrado. La cabeza le suena como un coco”. ¿La cabeza le suena como un coco? Un coco no suena a no ser que se caiga del cocotero o alguien lo golpee etc., y sin embargo, la metáfora se entiende perfectamente, a pesar de su imposibilidad física.

El cerebro completa el milagro. O inexactitudes o ligeras incoherencias (pág. 12) “Parecería que Johnny ha tenido como una sospecha de todo lo que he estado pensando, porque me ha hecho un alegre saludo al entrar…”, sin embargo Bruno no ha estado pensando en nada alegre precisamente, aunque también es verdad que el saludo puede tener otra intención diferente al intento de complicidad con Bruno. “He vuelto a subir una escalera del hotel (y van ya tantas en mi amistad con Johnny)” ¿En mi amistad con Johnny? Lo correcto sería algo así como “desde que conozco a Johnny” aunque no queda tan apegado como el “error”. La literatura.

O “Pero Johnny ha empezado a reírse como hace él, con una risa más atrás de los dientes y de los labios”, si es más atrás de los dientes, es más atrás de los labios, ¿no?. O “Apenas has sentido ya vienen las palabras…No, no son las palabras, son lo que está en las palabras” ¿no sería “es lo que está en las palabras”?) O también, “y se ha puesto a insultar lentamente, mascando cada palabra, y soltándola después como un trompo se ha puesto a insultar a los responsables de la grabación de Amorous, sin mirar a nadie, pero clavándonos (¿con qué?) a todos como bichos en un cartón …”. Y se entiende.

Sigo con, “la gente se ha cansado de mirar a Johnny, él de llorar, y nosotros de sentirnos como perros”. ¿Cómo sabe Bruno que narra en primera persona que el resto se siente y deja de sentir como perros? Quizás por sus caras, si, pero. En la pág. 27 hay también un párrafo que reza, “No creas que solamente es eso –dice Johnny, enderezándose de golpe…” y luego más tarde añade, “estoy tan solo como este gato, y mucho más porque lo sé y él no.

Condenado, me está plantando las uñas en la mano”, es decir, para que el gato le plante las uñas a Johnny, éste tiene seguramente que haberse agachado antes y no lo hace o no se nos dice. Aunque claro, lo podemos dar entonces por supuesto o que el gato se encontrase subido a un mueble o algo. Otra frase: “como la marquesa lo ha sacado a Johnny del lío del incendio”, donde claramente parece que sobra el ‘lo’.

Tampoco me convence el “no es cierto” (que no podría ser calificado estrictamente como error), argentino que suelta Cárter, recordándome a los dejes latinoamericanos que tenía algún que otro personaje teóricamente afrancesado en Rayuela. Tampoco, lo siento, me creo mucho la muerte de Bee. Creo que sencillamente está introducida de manera forzada y resulta mal explicada, mal enlazada y no bien resuelta.

Hubo además algunos detalles (tengo que decirlo) que me dieron cierta pereza como las gamberraditas y caprichos de estrellita de Johnny como incendiar hoteles etc. No sé, pasada ya la edad digamos adolescente, todo este tipo de vandalismo excéntrico me llega hasta aburrir.

Hasta el mismo Bruno comenta que le parece hasta aburrido cuando Johnny se plantea retirarse al campo, a México, puesto que a todos les da por ahí en un momento dado etc. Quizá, no sé, me resultó un tanto forzado este tipo de acciones histriónicas en el relato.

Hay que destacar también que Julio ‘repite’ nombres, adjetivos que tienen diferentes significados en distintas partes del texto, como perros, ángeles-arcángeles. Y esto no puede ser calificado como una falta de recursos, sino una repetición que no se repite o algo así, siempre y cuando que no se caiga en el abuso, y Julio no lo hace.

Aunque es cierto, que me chirriaron ciertas frases donde aparecen dos veces demasiado seguidas la palabra “agrega” o “nada” o en dos ocasiones en diferentes contextos se habla del perfume del pan o del ‘mal gusto en la boca’… Se repite quizás también demasiado el interesante recurso de los puntos suspensivos, como “porque Johnny…”

El autor
Carlos Battaglini

Lo dejé todo para escribir Samantha, Otras hogueras y Me voy de aquí.

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