Reseña literaria de “Ojos de Perro Azul”, de Gabriel García Márquez

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En este cuento de García Márquez se narra la historia de un hombre y una mujer que se encuentran en sueños gracias a una frase: “Ojos de perro azul”. La pareja se ha ido conociendo a lo largo de los sueños, cada noche se sueñan, se encuentran y se acurrucan, se dan calor. Luego, al despertar, el hombre no recuerda nada, mientras ella prosigue por todos lados diciendo y escribiendo esa frase, “Ojos de perro azul”. Y al anochecer, “Yo soy la que llega a tus sueños todas las noches y te dice esto: ojos de perro azul”.

Esto vendría a ser la historia. La trama es lo de menos, casi un pretexto. Lo que destaca sobremanera, es la idea, la imaginación, y por supuesto el estilo y los detalles. Haciendo un paralelismo con el ajedrez, los grandes jugadores, los maestros, se caracterizan por hacer esa jugada de ‘!’, o de ‘!!’, que acaban decantando la partida, levantando el aplauso.

Creo que en literatura, con los cuentos, ocurre algo parecido. Los detalles, el toque personal, es lo que acaba distinguiendo al maestro del aficionado. Y este cuento tiene ese valor añadido, esa jurisprudencia literaria, ese avance.

Lo vemos en frases como, “Temo que alguien sueñe con esta habitación y me revuelva mis cosas” !!, en descripciones como, “si alguna vez nos encontramos pon el oído en mis costillas, cuando me duerma sobre el lado izquierdo, y me oirás resonar”. O al final, “Eres el único hombre que, al despertar, no recuerda nada de lo que ha soñado”. Ahí está, repito la diferencia.

En este cuento también se respira Cien Años de Soledad, que Gabriel García Márquez escribiría unos 17 años después: el realismo mágico, ese surrealismo, o más bien el estilo Garcíamarquesiano, único, esa patente diferenciadora que marca un sello propio; el encuentro de la voz propia, lo más difícil.

García Márquez tenía 22 años cuando firma este cuento, pero ya apreciamos a un escritor con oficio, curtido; alguien que comprende la literatura, y sabe encontrar la mecha para prenderla. Así, estamos ante un cuento prácticamente perfecto desde un punto de vista técnico. Con un hilo conductor bien iluminado, “Ojos de perro azul”, con un escenario visible: el velador, la llama, el espejo, la silla giratoria…; con una ligazón clásica pero sólida: las miradas.

Las miradas, por cierto, para mí, es tanto un punto fuerte como débil del cuento. Por un lado, como dije antes, es un recurso sólido, lleno de fuerza, pero por otro lado es muy típico. Me cansa ya que se abuse de esta muletilla para construir, para armar las narraciones.

En este relato, la mirada es fundamental. Para mí, para bien, pero por otro lado, para mal. Espero explicarme. También me lié un poco al principio, cuando se nos presenta la habitación. La mujer da una vuelta que la verdad es que me despistó: no la vi bien.

He decir que a pesar de que este cuento es sencillamente genial, no acabo de cogerle el punto a García Márquez. Y eso que lo leí dos veces. Esta vez no es por su exceso meloso, es porque no sé, sencillamente su armazón literario no me llena, quizás sea en esta ocasión por un ligerísimo abuso de romanticismo, un granito apenas perceptible de cursilería. O quizás sea por nada. Es como cuando reconoces a un gran jugador de fútbol o de baloncesto, pero no te llena su estilo. Eso es todo.

También quiero mencionar el título, “Ojos de perro azul”. La verdad es que al principio siempre veía un perro con ojos azules, y luego me di cuenta que es el perro el que es azul, no sus ojos. ¿Cómo tendría los ojos un perro azul? Un título curioso sin duda, y revelador ya desde el principio del cuento, de ese territorio que sólo pertenece a un estilo único: el de Gabriel García Márquez.

Por último, algunos observadores literarios han querido ver ciertas similitudes entre esta y otras obras de García-Márquez y mi libro Me voy de aquí; comparativa que solo puede llenarme de perplejidad y orgullo. En cualquier caso, para los que quieran echarle un vistazo a mi libro, pueden hacer click aquí.

El autor
Carlos Battaglini

Lo dejé todo para escribir Samantha, Otras hogueras y Me voy de aquí.

22 comentarios
  1. He leído 100 años de soledad y me agradó demasiado ,puesto que Ojos de perro azul se me hizo muy complicado entenderlo, leí la reseña y nada que ver a como lo entendí segun yo, es por eso que acudí a leer esta reseña, Saludos

    Pd: volveré a leerlo

      1. La verdad, sólo lo leí una vez, hace muchos años, y no lo entendí, incluso ahora que leo esta reseña, me doy cuenta de la verdad, ¡No, lo entendí!. Gracias.

        1. Hola, Edgar: lo siento pero no entiendo bien la pregunta. Si te refieres a mensajes implícitos en la obra, hay muchos, por ejemplo la obsesión, el amor, el costumbrismo…

  2. La verdad no entiendo tú reseña, el cuento, a mí entender, habla de un hombre que sueña con la muerta y claramente él todavía no se da cuenta. Ya que todos los cuentos del libro hacen referencia a lo mismo.

  3. para mi este y otros de sus primeros cuentos como LA OTRA COSTILLA DE LA MUERTE o LA TERCERA MUERTE son como arte abstracto donde para el autor tiene un significado pero para algún otro lector algo totalmente diferente, este cuento por ejemplo para mi es como la creación de ese mundo imaginario que creamos en sueños para satisfacer las preocupaciones que tenemos en el día a día como es el lidiar con la soledad y conocer esa persona con la que tal vez nos sintamos total mete satisfechos pero al mismo tiempo la melancolía de saber que solo son sueños y es un mundo imaginario que no podrá materializarse en la vida real.

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