Recordando las elecciones presidenciales de Liberia (1) de (5). Muchos nervios

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¿POR QUÉ DIGO MUCHOS NERVIOS SI TODO ESTÁ TRANQUILO EN LIBERIA? ¿TODO ESTÁ TRANQUILO EN LIBERIA? Señoras y señores: el momento de la verdad ha llegado. Por fin sí, nos encontramos en la fase decisiva, la etapa final, el momento que muchísimos liberianos llevan ansiando desde hace tanto tiempo: las elecciones presidenciales. Todos están convocados. A decidir el futuro de Liberia en los próximos días, en las próximas horas.

Así lo llevan recordando desde hace meses Ellen Johnson, actual presidenta y Winston Tubman, el aspirante y mano derecha de George Weah. Los dos candidatos se presentan como  los únicos que pueden conseguir la salvación. Ahora se habla en plural y se intenta mirar a la cara. Todo por el pueblo.

¿Por qué digo muchos nervios si todo está tranquilo en Monrovia? Se oyen los helicópteros. Desde todas partes del mundo aterriza gente en Liberia. Blancos, negros, bajitos, flacos, rosados, turbantes, militares, se presentan a la cita con una puntualidad suiza, una expectación juvenil. Son muchos los que vienen. Otros han huido. Alerta máxima.

Gente y más gente, coches y más coches. En la oficina ya nos han dicho que pobre de aquel que sea visto en las calles a partir de las ocho de la noche. Una voz enigmática y de risa nerviosa llama por teléfono de vez en cuando para asegurarse de que estás en casa.

El control se ha reforzado también con unos teléfonos satélite que debemos utilizar cuando vemos algo extraño, cuando alguien necesita ayuda, cuando dos y dos ya no son cinco.

Por Mamba Point parece que el día a día transcurre con normalidad, si no fuera por los extraños cánticos que últimamente se escuchan a la noche. Unos cánticos que hacen recordar a algún sacrificio sagrado. Caras pintadas de amarillo. Cortar una cabeza. Todo está tan tranquilo, que las casas se están reforzando con más barrotes de acero, se levantan verjas, se cierran candados, se oyen taladros, se instalan ventanas de emergencia, los extintores ya son una parte normal del mobiliario.

Todo está tan tranquilo, que a la policía se la ve más de lo normal nino nino nino, y la gente se apresura a comprar provisiones preparándose para un hipotético confinamiento: ya no queda aceite, no es fácil encontrar lechugas y el gas ya es un bien preciado que ha desaparecido misteriosamente de la ciudad.

Al parecer, la comunidad libanesa ha escondido las bombonas de gas, el precio se ha disparado y conseguir gas ya es toda una proeza que se logra por medio de un contacto apropiado y unos buenos dólares en la mano. Y de fondo, acompañando a los días, se oyen a lo lejos proclamas, altavoces y otras soflamas, estribillos estridentes, gente desgañitándose, una fiesta lejana y progresiva. Que avanza y que avanza.

La tranquilidad ya duda de sí misma (es tan humana) en el Mamba Point Hotel donde hay durante estos días un gran ambiente. Ayer sin ir más lejos, no cabía un alfiler a la hora de almorzar: rebosado de agregados (principalmente norteamericanos) con sus acreditaciones, sus maletas, sus polos blancos y sus carpetas. Cientos de mandíbulas al mismo tiempo, ñam, ñam, y los tenedores y los cuchillos resonando más que nunca, ton, ton, tin.

Todos acuden a las elecciones liberianas.

Las reuniones de seguridad se suceden a un ritmo vertiginoso. Se avisa: prohibido aterrizar en Monrovia de madrugada, prohibido marcharse de Liberia de noche, prohibido acercarse a Tubman Boulevard cuando se barrunte jaleo político, prohibido traerte a la esposa si hubiera o hubiese, prohibido invitar a nadie a tu casa, prohibido hacer el tonto, prohibido conducir rápido, prohibido sacar fotografías, prohibido hablar demasiado.

¿Quieres algo? Todo por escrito. Más permisos. Más llamadas. Se hacen apuestas. ¿Quién es el mejor? Todos hablan de los aspirantes: Ellen o Tubman, Ellen o Weah. Algunos creen que ella, el otro cree que él, está claro que será ella, no, no puede ser, va a ser él. Algunas risas. Seriedad. Rumores, son rumores.

¿Quién es el mejor? Los liberianos discuten a viva voz, pero cuando se les pregunta sobre el aspirante idóneo, cierran filas: “es nuestro secreto”.

Todo está tranquilo en Liberia. Tan tranquilo, que la irritación y la sensibilidad han subido unos cuantos peldaños. La caída de un bolígrafo bic al suelo molesta muchísimo, los pasos apresurados fastidian una barbaridad, la lentitud saca de quicio. Hay que contar hasta diez. Contar hasta diez. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, diez, diez y diez. Ah. Diez.

Todos preparados. Para el momento que todo el país lleva esperando desde hace mucho tiempo. Pero este momento saluda de espaldas, de perfil. Y es que a veces las grandes ocasiones pasan con la misma liviandad y subrepticia de la magdalena de Proust en Por la parte de Swann. Sí, los grandes momentos de la historia hacen el mismo ruido que los pies de un cisne.

Lo cierto es que el día clave, el día del examen, el día de la final ha llegado y la expectación es tanta que todo el mundo está esperando una película perfectamente rodada y planeada. Pero resulta que la realidad no tiene guión, sino unos actores sin papeles, un director invisible, un escenario rendido a la espontaneidad, un suprarrealismo sumido en el presente inmediato que sólo provoca confusión y preguntas ¿qué está pasando en Liberia?

Todo está tranquilo en Liberia, muy tranquilo.

El autor
Carlos Battaglini

Lo dejé todo para escribir Samantha, Otras hogueras y Me voy de aquí.

4 comentarios
  1. ojalá y todo lo q cuentas sea eso, sólo un cuento pq si no es así me acabas de poner de los nervios. tranquilo dices, tranquilo, y mientras aquí en ascuas por usted. ay diosito, q las tribus y los rituales afros te protejan.

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