El Perseguidor, de Julio Cortázar (6) de (7)

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Tengo que decir también que me pareció un abuso tanta reiteración espacial basada en la ciudad: París, Nueva York, Baltimore, Cincinnati, Bélgica, Noruega, Buenos Aires etc. etc. La fuerza de nombrar una ciudad es innegable. Con sólo pronunciar Madrid, u Oslo, el cerebro humano desarrolla toda una serie de posibilidades que pueden llegar a ser infinitas. Pero en El Perseguidor sencillamente se abusa de este recurso.
Y remato diciendo que tampoco acabó de convencerme el inicio de la última parte del cuento, ya que quizás empieza de manera un tanto violenta, “Primero llegaron los telegramas”, sin una conexión previa con el anterior párrafo del todo natural.

Es cierto que una cantidad importante de este desglose que acabo de exponer, puede ser defendido claro, de manera que la mayoría de los ‘errores’ no serían considerados como tales. Pero creo que aún así, si se puede decir que hay una serie de inexactitudes y eso me alivia porque Cortázar demuestra que era humano y que no podía controlar todo lo que él mismo había escrito.

Y ahora hagámonos la pregunta esencial, ¿Por qué este cuento es especial? Aparte de los afortunados misterios de la literatura, y todos los elementos que he descrito anteriormente: hilos conductores, personajes, estructura, (añado ahora también la cadencia etc.) creo que este relato brilla sobre todo por lo que yo llamo, “impresiones personales y geniales sobre el misterioso e impresionante fenómeno de la vida”, que viene a ser la peculiar manera con la que un humano nos cuenta su existencia en este extraño mundo y que se convierten en geniales cuando son originales, brillantes, están bien contadas etc.

Otro importante pilar que sostiene este cuento para mí, son las metáforas de Cortázar que siempre son un punto fuerte en su literatura; sin olvidarme claro de las descripciones también (por ejemplo el juego de la luz y la oscuridad en la pieza).

Vayamos con las impresiones. Hay impresiones  sobre el metro y el saxo como, “era magnífico viajar sabiendo que lo tenía debajo de las piernas, bien seguro”. O impresiones y reflexiones del tipo, “esto lo estoy tocando mañana”, “todo crítico, ay, es el triste final de algo que empezó como sabor, como delicia de morder y mascar”, (sobre Dédée) “Hace rato que no la quiero, que no puedo sufrirla”, “un día empecé a sentir algo en el metro, después me olvidé…Y entonces se repitió, dos o tres días después. Y al final me di cuenta”, “estoy como parado en una esquina viendo pasar lo que pienso, pero no pienso lo que veo”, “los recuerdos son siempre un asco”, “una luz que busca encenderse”, “una cuña que tampoco me imagino”, “ando solo en una multitud de amores” (basado en Dylan Thomas) “entiende el mundo como las tortillas que fabrica en su estudio cuando los amigos empiezan a llegar”, “los muchachos me han palmeado como pueden hacerlo un contrabajista y un saxo barítono”, “envidio a ese Johnny del otro lado”, “que la música salve por lo menos el resto de la noche, y cumpla a fondo una de sus peores misiones, la de ponernos un buen biombo delante del espejo, borrarnos del mapa durante un par de horas”, “es fácil decirlo, mientras soy todavía la música de Johnny”, “me parece comprender por qué la plegaria reclama instintivamente el caer de rodillas. El cambio de posición es el símbolo de un cambio en la voz, en lo que la voz va a articular, en lo articulado mismo”, “hasta su estilo, lo más auténtico en él, ese estilo que merece nombres absurdos sin necesitar de ninguno…”, “viviendo su cuarto de hora de minuto y medio”, “el ingeniero llevaba tres horas fumando en su cabina, y eso en París ya es mucho para un ingeniero”, “todo como un colador colándose a sí mismo”, “ah, el día en que pude mandarme a mudar, subirme al tren, mirar por la ventanilla cómo todo iba para atrás, se hacía pedazos, no sé si has visto cómo el paisaje se va rompiendo cuando lo miras alejarse…”.

Y más frases como, “en realidad las cosas verdaderamente difíciles son otras tan distintas, todo lo que la gente cree poder hacer a cada momento. Mirar, por ejemplo, o comprender a un perro o a un gato. Esas son las dificultades, las grandes dificultades”, “anoche se me ocurrió mirarme en este espejito, y te aseguro que era tan terriblemente difícil que casi me tiro de la cama.

Imagínate que te estás viendo a ti mismo; eso tan sólo basta para quedarte frío durante media hora. Realmente ese tipo no soy yo, en el primer momento he sentido claramente que no era yo, lo agarré de sorpresa, de refilón y supe que no era yo”, “apenas has sentido ya vienen las palabras… No, no son las palabras, son lo que está en las palabras, esa especie de cola de pegar, esa baba”, “¿tú has cortado un pedazo de pan con un cuchillo?”, “Johnny es un hombre entre los ángeles, una realidad entre las irrealidades que somos todos nosotros. Y a lo mejor es por eso que Johnny me toca la cara con los dedos y me hace sentir tan infeliz, tan transparente, tan poca cosa con mi buena salud, mi casa, mi mujer, mi prestigio. Mi prestigio, sobre todo. Sobre todo mi prestigio”.
“Y entonces ha entrado Johnny y nos ha pasado su música por la cara”, “(Johnny) es un cazador sin brazos y sin piernas, es una liebre que corre tras de un tigre que duerme”, “las mujeres se pasan la vida dando vueltas alrededor de Johnny y de los que son como Johnny”, “es terrible que un hombre sin grandeza alguna se tire de esa manera contra la pared”, “he vuelto a subir una escalera del hotel (y van ya tantas en mi amistad con Johnny), “los mirará como desde lejos, con una cara horriblemente idiota, los ojos húmedos y mansos, la boca incapaz de contener la saliva que le brilla en los labios”, “Johnny se ha enderezado un poco y ha pasado de ese horror a la conveniente actitud del amigo sentado”, “sé muy bien que el libro no dice la verdad sobre Johnny (tampoco miente)”.

“Me oía como si desde un sitio lejanísimo pero dentro de mí mismo, al lado de mí mismo”, ”y lo que había a mi lado era como yo mismo pero sin ocupar ningún sitio, sin estar en Nueva York, y sobre todo sin tiempo, sin que después…sin que hubiera después… Por un rato no hubo más que siempre…”, “me parece que he querido nadar sin agua. Me parece que he querido tener el vestido rojo de Lan pero sin Lan.”, “¿a ti no te parece que lo que toca Satchmo es como un cumpleaños o una buena acción?”, “en ese mismo instante me caería de cabeza en mí mismo”, “no estaba satisfecho, pensaba que las cosas buenas, el vestido rojo de Lan, y hasta Bee, eran como trampas para ratones, no sé explicarme de otra manera…Trampas para que uno se conforme, sabes, para que uno diga que todo está bien”, “lo único que cuenta es dar de sí todo lo posible –digo sintiéndome insuperablemente estúpido”, “en Johnny no hay la menor grandeza, lo he sabido desde que lo conocí, desde que empecé a admirarlo”.

El autor
Carlos Battaglini

Lo dejé todo para escribir Samantha, Otras hogueras y Me voy de aquí.

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