El Perseguidor, de Julio Cortázar (2) de (7)

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Bruno sigue estudiando a Johnny, casi siempre entre la admiración y el respeto, pero como se dijo antes, ya empezando también a criticarlo y hasta en un momento dado, a despreciarlo, (Bruno sobre Johnny, pág. 29, “un pobre diablo de inteligencia apenas mediocre…”) priorizando así y por encima de todo su prestigio como crítico, sobre todo su prestigio. Y el relato sigue caminando así, entre reflexiones, algunos diálogos y un mínimo de acción.

Johnny, aparte de sus paranoias, se pierde también en recuerdos de donde se deduce entre otras cosas, que en cierto modo, echa de menos a Lan, su primera mujer. Mientras, la figura del crítico se sigue ensanchando, y todo se mezcla con el campo lleno de urnas, la marihuana etc. Bruno divaga también sobre consideraciones filosóficas, oníricas… y más adelante se enterará de que Bee (Pree en la vida real), la hija menor de Lan (Chan en la vida real) y de Johnny ha muerto.

Cárter mientras tanto se encontraba en el hospital tras haber incendiado un hotel, recaer en las drogas etc. En el hospital por supuesto sigue con sus manías y demás existencialismos. Al enterarse de la muerte de Bee, Johnny se sentirá destrozado, y acabará por insultar a todos, poniéndose también a blasfemar.

El crítico se imagina los quince días siguientes: anticipando el divagar de Johnny, las reuniones de los seguidores que persiguen al genio, la atracción que Bruno siente por Baby (con la que se acabará acostando provocando la cólera de su mujer) hasta que finalmente Johnny y el crítico acabarán paseando por un París nocturno.

Johnny sigue perdiéndose en su mundo, pero no se olvida de criticar el libro de Bruno, porque cree que no dice la verdad, “faltan cosas”. El libro para Johnny es como un espejo, pero un espejo no dice toda la verdad. Johnny tampoco se identifica con el Dios que al parecer Bruno ha querido endosarle. El saxofonista vuelve a enredarse en sus locuras etc.

Las últimas páginas narran los últimos días de Johnny. Como más o menos se podría esperar, Cárter muere. Muere en Nueva York, a donde se había ido con Baby Lennox. Baby le cuenta por carta a Bruno los últimos días de Johnny, aunque en realidad, Cárter vivía con Tica al final de su existencia.

Al parecer Johnny había engordado mucho y se encontraba muy débil, aunque según Baby Johnny murió feliz mientras veía la tele. Lo que pasó en la vida real, es que Parker murió en el hotel donde vivía la baronesa Koenigswarter.

Y todo esto como dice Bruno coincidió con la aparición de la segunda edición del libro. Su mujer estaba encantada con la noticia.

Comenzando con el análisis, mi opinión etc. he de decir que El Perseguidor, en líneas generales me pareció una obra un tanto densa, casi viscosa. Pero antes de nada y por encima de todo, quiero dejar claro que esta definición no se trata (al menos de manera absoluta y en lo que a mí concierne) de un defecto.

Es un ‘cuento’ lleno (como expondré más adelante) de detalles, de genialidades; un despliegue de recursos y de técnica envidiable. Simplemente ocurre que le falta ritmo, tal vez porque sencillamente Cortázar no quiso darle ritmo, acción, velocidad, optando por el contrario por un texto mucho más reflexivo, retórico y si se quiere filosófico e intelectual.

Es por eso que aún tras leer dos veces El Perseguidor, la sensación de viscosidad permanezca y por tanto prácticamente se confirme. El relato por otro lado, tiene muchas ramificaciones que van más allá de la esfera literaria si es que a ésta se la puede delimitar.

Por ejemplo, El Perseguidor tiene mucho de crítica. Sí, podría ser calificada esta obra en muchas de sus partes como una estupenda crítica de jazz que demuestra la maestría de Cortázar en este género musical. Efectivamente, Julio Cortázar era un experto de jazz, como García Márquez reveló una vez contando el viaje que había realizado en tren con el argentino junto a Carlos Fuentes. Julio, por supuesto, podría haber sido un crítico maravilloso de jazz, de literatura etc.

El autor
Carlos Battaglini

Lo dejé todo para escribir Samantha, Otras hogueras y Me voy de aquí.

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