No es verdad, sino cierto

No es verdad si no cierto

Casi siempre estamos deambulando por la vida, viviendo o sufriendo experiencias cotidianas, tomando zumos de naranjas, haciendo alguna cola, sonriendo o yendo al baño. Nos preguntamos si tal vez deberíamos ser de una forma o de la otra. Que quizás, tendríamos que ir por la vida de esta manera o al revés. Casi siempre cuestionándonos, nunca llegando a aceptarnos del todo, y finalmente, dejándonos influir por el aforismo de turno. La frase de Facebook.

Es decir, leemos con respeto, escuchamos con atención, y hacemos nuestra, cualquier frase o sentencia que pronuncia o pronunció alguien de renombre, algún escritor, actriz, político, pintor, sacerdote etc. Nos puede pasar en cualquier lado. Por ejemplo, en la antesala del oculista. Allí, atrapamos un “Pronto”, vamos pasando sus hojas pesadas y coloridas hasta que de pronto, ¡Hola! llega una entrevista. En dicha entrevista, siempre hay alguna cita destacada, bien entrecomillada, con alguna frase absoluta. Algo así, como “en la vida, hay que ponerse en el lugar del otro para entender”.

Entonces, cerramos los ojos, apartamos la revista y miramos por la ventana. Nos acordamos del capullo de turno y nos decimos, “claro, es que hay que entender a Juan”. Y así con todo. Basta que la frase haya sido pronunciada por algún personaje, que en su momento o en la actualidad “triunfase”. Esa frase, esas palabras, adquieren un cariz cuasi divino, cuando están impresas en algún libro, con letra bonita y elegante, cuando han sido pronunciadas por un filósofo del siglo XVII, que nos mira con su bigote sabio, su rostro serio, su impronta de conocimiento.

Nos influye todo. Lo que nos dice tu padre, mi madre, tu abuelo, el frutero, esa frase al final de la película, esa canción, ese discurso, ese grito, ese libro de autoayuda, Dyer, filosofías orientales y así, y más. Y así y más.

Al final, tenemos una cabeza llena de pensamientos paradójicos, entrecruzados, contradictorios, alienantes, más presión, raros y decimos eso, de joder, “lo que cuesta vivir”. Es el aforismo, hermano. Somos un poco tontos.

Siempre buscando ese camino, esa verdad, ese halo milagroso que nos salve, que nos encumbre y nos haga dioses. Pero sabes, te diré una cosa. No es que el aforismo sea falso, ¡No! Sólo que no tiene en cuenta la realidad específica de cada ser. Es así de sencillo. Somos nosotros los que mimetizamos nuestra experiencia personal con una frase de Hume o un discurso de Bardem. Pero a través de los años, con la experiencia y todo eso, he creído descubrir que tengo que ser un tanto precavido respecto a estas frases, a estas sentencias impresas, inmortales, divinas. Al final, el camino se anda desde dentro de cada cual. Hay que saber interpretar la senda a través de nosotros mismos, por medio de nuestras vivencias y escuchando a nuestra voz. Si haciendo eso, combinamos con la correcta lectura del aforismo, entonces, creo, que tenemos mucho ganado. Sólo que hay que tener ojo. Y probablemente, personalidad.

Y no es que el aforismo sea cierto, ¡No! No es ni falso ni cierto, es más bien cierto porque se puede falsear. Leer a Popper. Es tan cierto como que la situación siempre da una frase, un aforismo apropiado para cada contexto. Por ejemplo, si un equipo de fútbol humilde tiene muchas oportunidades frente a un equipo poderoso y acaba marcando, el comentarista dirá algo así como, “tanto fue el cántaro a la fuente que se rompió”. Si por el contrario, el equipo modesto acaba perdiendo el partido, a pesar de sus múltiples oportunidades, el comentarista acabará diciendo algo así como, “el que perdona, pierde”.

Es así. No, no mires esa pistola. Simplemente, respira hondo y vive. Ahora, que leo a Harry Potter (sí, ¿qué pasa?) me acuerdo de algunas sensaciones que tenía de niño. Siempre soñé con escapar a otro sitio.

Volar, marcharme con la chica, desaparecer por ahí, vivir una segunda vida. Yo sabía que la vida era mucho más que ese pupitre verde y rayado. La vida tenía que ser mucho más, joder.

A Potter, le salvan en La Orden del Fénix. Tiene la suerte, de que sus amigos, los magos, lo sacan de Privet Drive. A veces, muchas veces, pienso que vienen también a buscarme a mí y llega ese momento que tanto he esperado. Aún no sé muy bien lo que es, pero tiene que pasar. Sí, quizás yo sea una víctima más del aforismo, de las películas norteamericanas, de los sueños, de las frases, de las palabras, de mis dedos que presionan estas teclas, estas teclas. De mis dedos.

Y pienso que todo lo que acabo de decir en este post, no es más que un aforismo más, alargado, o un texto que puede ser reducido a un aforismo. Innovar es imposible, ya lo decía Borges. Así que considere usted falso todo lo que acabo de decir: también le va a comer la cabeza. Sueñe.

El autor
Carlos Battaglini

Lo dejé todo para escribir Samantha, Otras hogueras y Me voy de aquí.

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