Y un día me fui al terreno liberiano (5) de (9) Boca llena de moscas

al-terreno-liberiano-5-9

LA COMIDA TARDA EN LLEGAR. La comida a veces tarda en llegar. Así que en lugar de almorzar, seguimos adentrándonos en el condado de Nimba y nos dirigimos al siguiente pueblo, Bounaldine, donde aterrizamos con nuestro destartalado Toyota Hilux marrón. André por cierto, va detrás durante todo el trayecto, durante todo el día.

Pero en realidad no va detrás sino que sobrevive en medio del imposible espacio que resta entre el respaldo trasero de los sillones delanteros y la pared de acero de la cabina. Porque este Hilux no es sólo es un coche de carga, sino que además es poco amigo de los que no van en primera línea. Por eso André va ahí aplastado, reptil, folio.

El francés sólo respira cuando abrimos la puerta en Bounaldine. Aquí los colores se van organizando y acercando entre destellos cruzados. De entre todas las caras que se van aproximando a ritmos inconstantes, sobresale una niña de mirada quieta y boca cubierta por el revoloteo de las moscas.

Yo le doy la mano a varios locales, clac, clac y la niña también se acerca para que la salude a ella también. Dudo, dudo hasta que nuestras manos se palpan súbitamente, un segundo (tres horas) porque alguien aparta a la muchacha y la esconde en algún sitio. Siempre hay un nivel más bajo, y luego otro más profundo, y así.

Seguimos caminando y como viene siendo habitual, todo el pueblo entero va detrás, todos los niños flanquean nuestra marcha con saltos y risas. Yo sigo a los de la ‘organización’ que me conducen a una casita un tanto oscura donde va entrando bastante gente. Nos acomodamos en un cuartito del interior donde fulgura un póster de Jesucristo, blanco, inmaculado, limpio, impecable y. Nos ponemos todos en círculo, y la gente comienza a hablar.

Sabía que iba a pasar. Porque.

Este proyecto que ayudamos a desarrollar en el pueblo y que combina plantaciones de arroz con reproducción de peces, tiene la peculiaridad de que apenas necesita herramientas para implementarse. Pero los campesinos, los locales, no acaban de aceptarlo y no hacen más que pedir botas, palas y otros instrumentos de labranza.

Uno por uno, se van levantando todos y la mayoría dice lo mismo: “necesitamos herramientas”. Por fin, cuando se han escuchado todas las demandas, llega mi turno.

¿Y ahora qué digo?

No les puedo vender la moto y decirles que mañana vendremos con un camión repleto de rastrillos, botines, machetes y otros utensilios. Además, no me creerían. La gente del campo sabe más que siete. Entonces les hablo claro y de pronto les digo lo que realmente pienso de la vida: que si uno quiere puede conseguir lo que quiera si se lo propone y se lo trabaja.

De pronto el discurso me va saliendo solo y en un momento dado me sumerjo bajo los efectos de una extraña emoción que me empuja y me empuja. Volar. Cuando finalizo mi soflama todos se quedan en silencio, y luego añado algo que no sé, sale hasta simpático y acto seguido alguien se ríe y luego nos reímos todos a carcajadas hasta que uno grita:

“¡A comer!”.

Ahora sí. Nos sentamos todos alrededor de una olla cargada de arroz, pollo y zanahoria macerada y empezamos a devorar. Me siento torpísimo, tengo dificultades para cortar un trocito de muslo de pollo. Envidio a un tipo de la organización que se hace con un pedazo de ave sin la menor dificultad, ágil, directo, voraz, pa la panza.

Me sorprende ver al chófer del Hilux marrón comiendo. Es increíble que todos los seres humanos coman, que todos tengamos que comer, hacer pis, dormir. Hay gente que te llama la atención cuando los ves comer. Cosas mías.

Miro por la ventana y vuelvo a ver a la niña de las moscas un tanto arrimada, perdida, lejana. Un peldaño inferior. Al mismo tiempo, un tipo con cara de “malo” y que me lleva susurrando desde hace un rato la posibilidad de hacer algo así como negocios, me pide mi número, me da el suyo y me dice que lo llame, que tiene muchos planes en la cabeza. Y pone cara de malo malísimo y me dice, “esto queda entre nosotros”.

El autor
Carlos Battaglini

Lo dejé todo para escribir Samantha, Otras hogueras y Me voy de aquí.

2 comentarios

Anímate a comentar

Tu email no será publicado.

Información básica sobre protección de datos:

  • Responsable: Carlos Battaglini
  • Finalidad: Moderación y publicación de comentarios
  • Destinatarios: No se comunican datos a terceros
  • Derechos: Tiene derecho a acceder, rectificar y suprimir los datos